Villa de Grado - Asturias - España

Moscón

 

evista istórica de rado

EL CEMENTERIO DE GRADO

Por José Luis Fernández Faure

Fig. 1. Plano de J. M. de la Guardia del cementerio de Grado.

 

 1.- Pórtico.

 2.- Caseta del guarda.

 3.- Caseta de herramientas.

 4.- Depósito de cadávares.

 5.- Sala de autopsias.

 6.- Capilla.

 7.- Obelisco.

 8.- Galerías de urnas cinerarias.

 9.- Osarios.

 10.- Horno crematorio.

 11.- Cementerio civil

 12.- Depósito de idem.

 A, B, C y D.- Cuartes de enterramientos de adultos.

 E.- Zona de Gloria o cuarteles de enterramientos de párvulos.

 

INTRODUCCION

En la sociedad española de fines del siglo XVIII principios del XIX, cuando la iglesia, habitáculo de sus santos y arca de sus creencias, dejó de ser sarcófago de sus mayores, el camposanto moderno con carácter sacro, constituyó un lugar perfectamente diferenciado, física, jurídica y mentalmente, apareciendo sólo como lugar de enterramiento. La organización del espacio reservado a los muertos, en la civilización occidental, va a ser consecuencia de un proceso, mediante el cual, se abstraen referentes simbólicos que puedan ser directamente captables por los sentidos; perceptibles, por tanto, en sus dos relaciones: la de significación que aísla de los medios de expresión la idea del concepto a expresar y, la de construcción, que separa la idea de la función a realizar de los medios para realizarla. La estructuración del cementerio va a relacionarse, "grosso modo", con el tipo de sepulturas y la posición social.

Organización y estructuración, van a estar de acuerdo con unos esquemas mentales que van a indicar cuales son las configuraciones correctas o "buenas formas".

Dentro de este marco general, la comunidad de la villa de Grado, como si de un clan se tratase, va a dejar la huella de sus locales sistemas de identidad, mediante la peculiaridad de los apodos que van a revelarsenos en las fuentes epigráficas.

Si para el historiador que se acerca al tema de la muerte, con la pretensión de obtener elementos de conocimiento para una "historia de la vida social", esta se le presenta como fuente incuestionable de revelación social, el estudio del espacio dedicado a los muertos, por razones obvias, debe contribuir al esclarecimiento de la proyección social de aquella.

No pretendemos en este trabajo completar un análisis profundo y detallado de la temática señalada, solamente subrayar algunas fuentes y datos que deberían formar parte de un estudio de carácter global y, sobre todo, poner de manifiesto la gran ayuda que el estudio del cementerio, como revelador de la reflexión comunal sobre el más allá, puede aportar al conocimiento de la vida de los hombres y mujeres de Asturias.

1.- EL ESPACIO FISICO

La edificación de cementerios modernos, estéticos, higiénicos, salubres y acordes a las necesidades de la población, comienza a realizarse en Asturias en torno a 1900. Siguiendo esta corriente, en los primeros meses del recién estrenado siglo, el Ayuntamiento de Grado decide la construcción de un nuevo camposanto que sustituya al abierto en 1886 al N. de la población, adquiriendo una finca denominada "La Pumaradona", sita a un kilometro al S.O. de la villa en las cercanías de la calzada de La Mesa, de cuya superficie se dedican dos hectáreas para tal fin; el encargado de las obras será el arquitecto D. Juan Miguel de la Guardia (Fig. 1).

El recinto, de planta rectangular, recorrido por una avenida principal ascendente y cercado con un muro de 2,50 m. de altitud, se divide en dos tramos organizados en cuadrícula. En el primero, el patio se divide en cuatro cuarteles para enterramiento de adultos (A,B,C y D), mediante dos calles en cruz principales más otras laterales en torno a la capilla, situada en el centro del patio frente a la puerta de entrada; a mano izquierda, desde el muro de cierre hasta el abside el cuartel "A", a la derecha el "B" y por encima de ellos el "C" y "D" respectivamente; entre los dos primeros, desde el depósito de cadáveres hasta la sala de autopsias, flanqueando la avenida principal y al pie de la entrada a la capilla, se sitúa la Zona de Gloria o cuartel de enterramiento de párvulos "E".

El segundo recorrido, más elevado, se aterraza con escalinatas para salvar el desnivel del terreno, permitiendo una visión ininterrumpida del jardín; a sus pies, corre una tercera calle principal, formando en su intersección con la avenida preferente, una plazoleta en exedra, donde se ubica un obelisco y las galerías para las urnas cinerarias; a uno y otro lado de las terrazas se disponen los solares para los panteones y, en el testero, el horno crematorio y los osarios. El acceso al recinto se efectúa mediante un pórtico de cierta elegancia, cuya finalidad reside en anunciarnos la separación de dos mundos: el cotidiano del exterior y el simbólico del jardín, en él se sitúan lateralmente sendos espacios para el guarda y las herramientas; traspasado el umbral, se emplazan dos parterres, arranque de la arbolada avenida principal, en cuyos extremos se alzan el depósito de cadáveres y la sala de autopsias.

Este proyecto de La Guardia nunca será edificado, el 30 de marzo de 1905, cuando las obras estaban a punto de finalizarse, pero las arcas del Ayuntamiento estaban agotadas, Doña Concha Heres envió una carta al Cabildo de la villa, que fue leída en una de las sesiones del Ayuntamiento (Sesión Ordinaria en segunda convocatoria del 26 de mayo de 1932. Libro de Actas de Sesiones del Ayuntamiento de Grado. Año 1923., fol. 11 a.) para someterla a aprobación. En esta carta aparece la petición en nombre de Doña Concepción Heres y su marido Don Luis Menéndez de Luarca, en la cual da cuenta de las dificultades económicas de ese Ayuntamiento para la construcción de la capilla con la que finalizaría su edificación y en la que expone que pretende "allanar esa dificultad" bajo una serie de condiciones: que se edifique la capilla de acuerdo con los planos presentados por Don Juan Miguel de la Guardia y cuyo coste se elevaba a la cantidad de 40.478,89 pesetas; que comience su obra nada más firmar el contrato entre el Ayuntamiento y los exponentes; estos mismos se reservaban en perpetuidad para sí y sus herederos, la cripta, las dos capillas laterales, el altar mayor y sacristía y en general toda la parte anterior de la capilla, la ruptura del acuerdo significaría el fin de la donación; permitían el uso público de la capilla para el culto católico por parte del Ayuntamiento, pero nunca como depósito de cadáveres; proponían que tanto Doña Concha como su marido podría inhumar en ella los cuerpos de las personas que ellos quisiesen aunque no perteneciesen a la familia y clausurar la cripta cuando ellos lo tuvieran por conveniencia; el Ayuntamiento debía comprometerse al mantenimiento de la capilla en buen estado, mientras que ellos, lo harían de la cripta y las capillas laterales; si el Ayuntamiento no respondiese a las condiciones de mantenimiento, se les podría pasar la cantidad que ellos o sus herederos gastasen a tal fin o sino reclamar la caducidad de la donación, recuperando los donantes o herederos la propiedad construida a sus expensas.

Ante la oposición popular, la Corporación se niega a aceptar las condiciones y el cementerio se abre habiéndose construido tan sólo la cerca, el pórtico de entrada y el trazado viario del patio del primer tramo.

El régimen liberal burgués concibe el espacio urbano como una mercancía y, según su uso, le atribuye un valor diferencial, de ello deriva una redistribución, producida en un largo proceso temporal, de las clases sociales dentro del espacio construido, en otras palabras, aparece dentro de la ciudad la segregación según la categoría social; en el cementerio, en cuanto que espacio nuevo, esta diferenciación se da desde el origen, desde el momento mismo en que se proyecta.

Diferenciamos para el estudio del cementerio de Grado tres períodos cronológicos:

A) 1905 - 1935

En este intervalo, las inhumaciones van a ir ocupando ambos tramos del cementerio respetando el plano, presumiblemente porque aún se esperaba llevarlo a cabo. En las diferentes terrazas se levantan, a uno y otro lado de la plaza en exedra, cuatro panteones, el quinto, que cierra el período constructivo de la zona en esta época, comienza a ser erigido por doña Concepción Heres en 1924, las dimensiones de la edificación hacen pensar a C. Bermejo en la capilla que en origen iba a tener el cementerio, aspecto este al que, en nuestra opinión, habría que añadir el buen conocimiento que la señora Heres tenía de la idiosincrasia local y su falta de constancia, lo cual probablemente la llevó a presentir que el diseño original nunca se llevaría a buen término, ello explicaría que su enterramiento vaya a invadir ligeramente, aproximadamente un metro, el eje central del proyecto de La Guardia.

Por el contrario, dentro del patio del primer tramo las inhumaciones se levantan a un sólo lado, van situándose en los acuartelamientos "A" y "C", y no por casualidad, el espacio central del patio está ocupado por el elemento de mayor valor simbólico, la capilla, que pese a no estar construida, va a ser quién revalorize y distribuya el terreno, la capilla establece la primera calle principal, la paralela a su entrada, el uso del espacio funerario va a comenzar, pues, por el lado del Evangelio.

En sepulturas de diferente calidad, las diferentes clases sociales van ocupando las parcelas, la burguesía ascendente de Grado, notarios, médicos, abogados, farmacéuticos, comerciantes e indianos, en los macizos centrales flanqueando las calles principales desarrollan, como observaremos posteriormente, formas de perpetuar la memoria de los muertos que aspiran a dar una imagen pública de suposición; en el medio, enmarcadas por el viario interno y su emplazamiento, respecto a la cercanía o alejamiento de los elementos simbólicos ---otro elemento de esta índole será el pórtico de entrada---, los ciudadanos de segunda y tercera categoría, los pobres a los pies directamente inhumados en tierra. Cada categoría tiene su precio y destino.

Concebido como un parque natural de piedra para esparcimiento de los muertos, territorio sagrado compartido con avenidas de diferentes clases, visitado colectivamente por los vivos y frecuentado individualmente, en el cual la burguesía introducirá el arte y la botánica funeraria, esta última por necesidad de la insalubridad del lugar y no sólo por estética, ahora se generaliza el uso funerario de ciertas especies arbóreas, recuperándose una asociación conocida ya desde la Antigüedad clásica, así, el ciprés cuya rama era señal de luto en las casas, y cuya punta sirve de guía a las miradas para elevarse a la región de la luz, en contraposición a la oscuridad de las tumbas, el cual se asocia, por su longevidad, a la idea de permanencia y, por su perenne color verde, al emblema de la regeneración primaveral y al símbolo de la inmortalidad del alma, ante todo útil por la fragancia de sus hojas, bayas y madera; los árboles que definen las calles, los arbustos que las flanquean, que forman jardines o que adornan las tumbas, perfuman el ambiente y disminuyen la tristeza que inspira el imponente sitio destino del hombre, contribuyendo, junto a las cruces y sepulcros a presentar agradable el sitio de la muerte.

Este va a ser el aspecto que ofrezca el cementerio de Grado en esta época, cuando aún sobra terreno en el que enterrar, el de un jardín armonioso con el destino que se da en ese sitio de soledad y silencio, en el cual predomina, por encima de lo lúgubre, un sentimiento de melancolía.

B) 1936 - 1965

Este período va a caracterizarse por el aumento numérico de la población, sobre todo del proletariado, la cual comenzará a ir ocupando, con los mismos criterios espaciales que hemos visto anteriormente, los cuarteles de enterramiento situados a uno y otro lado de la avenida principal y del lado de la Epístola, es decir, los macizos "B" y "D" hasta entonces prácticamente vírgenes, aunque con otro gusto estético. A partir de este momento y, en "crescendo", las lápidas, estatuas y panteones, producto del buen hacer artesano y artístico del taller local de D. Amado Martínez Cienfuegos, son sustituidos por productos seriados (lápidas sin más trabajo que el de la sierra mecánica y la pulidora), carentes de interés estético e incapaces de adquirirlo con el tiempo a los ojos de generaciones venideras.

Las secuelas de la guerra, los soldados anónimos muertos en la batalla van a ocupar sobre todo el macizo "B" en tumbas de tierra, hasta que en 1961 se ordene su traslado al Valle de los Caidos; los muertos locales encontrarán reposo en las tumbas de sus antepasados o en nuevas sepulturas,  los perdedores simplemente son enterrados, los vencedores dejarán el testimonio de su "sacrificio" en sus lápidas. Consecuencia de la difícil coyuntura económica es el aspecto de los enterramientos, de ladrillo visto, cubiertos simplemente con cemento y con pequeños carteles donde aparece el nombre, apreciándose, desde principios de los años 50, un inicio de desarrollo económico, que se deja sentir en el progresivo abandono de los cierres con cemento, sustituidos por lápidas de mármol. El despegue de la economía podemos situarlo alrededor de 1963, cuando comienzan a manifestarse las características del tercer período, la especulación del suelo y la elevación de las tumbas; por último, cabe señalar como característico de esta época, el abandono definitivo del plano original .

C) 1966 - 1994

En esta etapa van a seguir operando algunas de las características vistas anteriormente, caso de la población que continua su ritmo ascendente, con la consecuente ocupación de gran parte del patio del primer tramo, aunque lo más característico de estos años va a ser, como en la villa, la especulación del suelo, el cementerio como "suelo edificable" se convierte de forma inmediata, en una fuente de rentas para el Ayuntamiento, en 1969 el plano sufre el primer cambio, desapareciendo las sepulturas de cuarta calidad o de caridad que pasan a engrosar las de tercera, aunque se siguen respetando las medidas. Posteriormente, en la década de los 80, vuelve a hacerse una nueva remodelación de las parcelas, que ahora sufren recortes en su superficie -las sepulturas de primera pasan a tener 2,05 m. por 1,80 m., las de segunda 2,05 m. por 1,30 m., y las de tercera 2,05 m. por 1 m.-, al tiempo que comienzan a levantarse en los muros del cementerio los primeros nichos, forma de obtener mayor renta por unidad de superficie; crecen en altura las casas de los muertos como crecen las de los vivos, aunque no se estratifican los inquilinos según la renta que puedan pagar, pues se opta por un único precio, ochenta mil pesetas cuando se escribía este estudio.

Otro aspecto a destacar es el continuo elevamiento de las sepulturas (frente a las anteriores bajas que obligaban a humillar la vista para leer los epítafios, las de ahora, muchas veces, van a obligarnos a izarnos para conseguir lo mismo), y la agregación de determinaciones cualitativas a la idea de crecimiento, no se trata de un puro aumento cuantitativo, por lo pronto, es un crecimiento pautado cuya forma tiene, por lo común, un carácter progresivo, esto es, de variación hacia unos cánones comportamentales o formas de conducta que se valoran como superiores dentro de una determinada concepción del mundo, de un mundo donde aumenta lacalidad biosocial y de una sociedad plenamente integrada en el nuevo sistema productivo, donde las nuevas clases dominantes tras la contienda bélica, o sea, los sectores de la pequeña burguesía que no fueron relegados a la condición de vencidos, los especuladores y estraperlistas y, sobre todo, el núcleo configurado a partir del clientelismo que ocupa los puestos burocráticos, van a ir marcando su representación social mediante un "canibalismo mercantíl pétreo" acompañado del cambio en el gusto estético reseñado anteriormente, obteniendo como resultado final, el alargamiento de los macizos, la consiguiente pérdida de las alineaciones y el constreñimiento general del espacio funerario, aspectos todos ellos que se enmarcan, como hemos dicho, dentro de la pasión con que especuladores, arquitectos y alcaldes, ponen en hacer saldo del patrimonio arquitectónico de Grado, la cual no deja a salvo ni el cementerio, sometido a la misma presión especulativa del espacio habitado, viéndose su campo de acción ampliado al desaparecer las tapias del cementerio civil, dentro ya del actual régimen.

Para finalizar, queremos dejar constancia de otros tipos de segregación, aunque no sean el objeto de este estudio: una, de origen económico como la espacial, pero cuya difenciación social se manifiesta ya antes de llegar al camposanto, en el ceremonial que rodea las exequias y el traslado de los difuntos; otra, de origen ideológico, el cementerio civil, muros dentro de muros, símbolo de la intolerancia religiosa y filosófica, social y politica.

2.- DIMENSION SOCIAL DE LAS INHUMACIONES

Hemos visto los nuevos criterios con que la nueva sociedad burguesa y sus valores organizaba el territorio, jerarquizando el espacio funerario según un valor atribuido de cambio, esta novedad simbólica tiene sentido por ser elcementerio un espacio de representación social; obviando los panteones, cuatro son las calidades de inhumaciones en el cementerio de Grado durante el primer período (1905-1935), las de primera en parcelas de 2,70 m. de ancho por 1,80 m. de largo, las de segunda en 2,70 m. por 1,40 m., las de tercera en 2,50 m. por 1,35 m. y, los de cuarta o de caridad, en el suelo; la forma de perpetuar la memoria de los muertos desea dar una imagen pública de su "status", tumbas que en el patio del primer tramo siguen, con mayor o menor fidelidad, el modelo francés del cementerio parísino del Père Lachâise, ejemplo de ello es la que erige una familia de indianos, de dos sepulturas y osario en medio, delimitada por catorce plintos que se unen por barras de hierro, con una puerta del mismo metal compuesta por tornapuntas en "S" afrontadas, cruces apomadas y formas florales; en la parte central, sobre un podium con corona de flores en la parte anterior, se alza La Magdalena de pie sobre peana sencilla, viste túnica y manto con plegados profundos en forma de "V", adelanta ligeramente la pierna derecha que se aprecia bajo el manto, sostiene con la mano derecha un ramo de flores y con la izquierda se apoya en la cruz de brazos desiguales sobre rocas, cabeza ladeada hacia ella, rostro ovalado, mirada al suelo, cabellos largos y ondulados, recogidos en parte por moño en la nuca, figura que por su posición y peinado se enmarca dentro del gusto neoclásico, aunque en términos generales, lo que predomina es el eclecticismo característico del período artístico que conocemos como Modernismo, así, el relieve de un ángel levitando de una tumba vecina, vestido con túnica de plegados suaves que dejan al descubierto un pie, mangas acampanadas, sosteniendo con ambas manos una corona de flores formada por pensamientos, lirios y azucenas de la que pende un lazo en la parte inferior; rostro ovalado, mirando al suelo, cabellos largos y ondulados, movidos por el viento, alas desplegadas, tratadas con detallismo, representado con mucho movimiento, justo en el momento de posarse en el suelo, el cual, por el mayor movimiento en los plegados, nos transmite una estética más romántica. Pero, sin duda, donde la compartimentación social funeraria se hace más patente, con una evidencia plástica y monumental, es en el tramo superior del terreno (donde a la vez encontramos, en nuestros días, el más claro ejemplo de un gusto estético cuando menos dudoso, al erigirse un nuevo panteón seriado en mármol articial marrón que oculta completamente a otro, un mágnifico ejemplo romántico de un neogoticismo de gusto italiano), en la zona de prestigio, a uno y otro lado del obelisco y de la plaza en exedra, en los distintos solares aterrazados los nuevos ricos con diferentes gustos arquitectónicos erigen sus panteones, el ejemplo más claro de grandeza, fama, gloria, en definitiva de "vanitas burguesa", es el de Doña Concepción Heres.

El edificio, revival arquitectónico de grandes dimensiones y destacable por su localización presenta dos plantas; una cripta y el piso noble, ambas octogonales, a las que se accede, en la cripta por una puerta exterior sobre la que se inscribe la frase que señalamos más adelante, atravesando un pasillo y llegando a la sala principal en donde cuatro de sus lados, que alternan con vanos de arcos de medio punto, acogen los nichos -cuatro en cada flanco- en los que se hallan enterrados los familiares de Doña Concha, el techo abovedado soporta una gran lámpara de bronce.

Una escalinata exterior doble, con cadenas laterales y siguiendo la cadencia del terreno, permiten el acceso a la primera planta en donde el edificio adopta una entrada "in antis", soportada por dos enormes columnas y fuerte entablamento triangular bajo el que se cobija una excelente escultura de un ángel. Sobre la puerta, el escudo familiar; este espacio corresponde con el pasillo situado en la cripta. Atravesando el umbral, accedemos a toda la magestuosidad y riqueza del edificio, a pesar de hallarse en pésimas condiciones debido a la humedad y pobres materiales que se utilizaron; se mantiene la planta octogonal alternando los paños de la entrada y tres ventanas, en donde aparecen vidrieras con el alfa y la omega, con los otros cuatro paños en los que se practicaron pequeños armarios para acoger los adornos y accesorios necesarios para la capilla.

Frente a la entrada se halla el ara y una cruz desaparecida que fue de marfil, a lo que parece felizmente recuperada en un anticuario madrileño por los familiares de la difunta, en cuyo poder obra según información del señor Ricardo Rodríguez San Pedro Armiñan, bajo las ventanas laterales se hallan los sarcófagos de Doña Concha y su primer marido Don Manuel Valle, que había fallecido en París y desde donde se trajo el cadáver. Los sarcófagos, realizados en mármol tienen en su frente dos grandes cartelas sostenidas por "putti" en las que rezan los nombres de los fallecidos. En la parte superior del sarcófago, dos estatuas yacentes del matrimonio realizadas en mármol, serenas, alargadas, con la máscara funeraria y las manos en actitud de perdón realizadas en marfil, perfectamente conservado y mirando hacia el altar,ella juntas y las de don Manuel cruzadas sosteniendo una cruz en el pecho. Las figuras estilizadas, obra del mismo autor del ángel de la entrada, se hallan bajo el arco de la ventana en donde se reprodujeron los símbolos de Cristo y el alfa y la omega, esta iconografía tan característica en el renacimiento español, alcanza en este caso un significado distinto y una actitud novedosa.

El conjunto se hallaba rematado por una cúpula decorada en estuco, soportada por una importante cornisa, hasta donde llegan las pilastras adosadas estriadas con capitel. Su interior no deja de tener una gran riqueza, pues a ello contribuyó, de manera especial, entre otros, la impresionante lámpara de bronce, en la actualidad desplomada, o las cortinas que cubrían las ventanas; más que un panteón su interior recuerda la sala de una casa burguesa del momento, su último hogar en donde descansar después de la muerte.

El exterior, realizado en piedra se eleva sobre un potente basamento que salva el desnivel del suelo; tendente a la verticalidad, el edificio marca la planta octogonal que se destaca mediante la repetición en tres de sus lados de la misma estructura que la del frontón de entrada, mientras que en los otros cuatro se abren vanos circulares, también con vidrieras y entre cada uno de los paños, dobles columnas retranqueadas y adosadas animan el conjunto.

Acompañando la solución arquitectónica se realizó la magnífica obra de escultura que posteriormente se comenta.

Todas estas construcciones, sólo están al alcance de esa clase social, para la que el cementerio, como la ciudad, es un escenario donde representar su propia imagen; es decir, superficie y ubicación son expresión del valor otorgado a las personas concretas y su papel en el conjunto social, manifiestan no sólo las relaciones familiares, si no también las sociales, agrupándose en macizos exclusivos a los de su clase, en paralelo a lo que ocurre en el mundo de los vivos en el Casino de la villa: los nuevos cementerios son una novedad social, la burguesía ascendente puede en ellos dar imagen pública de su posición, la cual no tenía cabida en la cripta de la Parroquia ni en el minúsculo cementerio clausurado, pues la exigüidad del espacio no permitía perpetuar la memoria de nadie y, el destino de todos, en breve plazo, era el osario; ahora en cambio es posible conservar las cenizas de los muertos en monumentos funerarios para quienes puedan pagarlos, "¡Cuántos millonarios del día darían grandes sumas por encontrar los restos de sus mayores! Pero los mayores habían nacido en los últimos peldaños de la escala social. ¡Cuando el abuelo se fue, todavía no había venido la riqueza a la familia y, la hoya común, devoró al abuelo!".

La integración entre el mundo de los vivos y el de los muertos se traduce, así, en la continuación de las diferencias sociales tras la muerte mediante el lujo, la ostentación, y el deseo de mantener la consideración social con un sepulcro convertido en un monumento a la gloria y honor del difunto, en el cual encontramos algo de pensamiento religioso y lo menos posible de sugestiones fúnebres. Todo ello con una finalidad social muy concreta, expresar la magnificencia, el poder y la respetabilidad del orden establecido.

3.- DIALECTICA ENTRE LA VIDA Y LA MUERTE

La concepción judeo-cristiana del hombre se funda en la idea del "terrón de tierra", asociado por fuerza, o incluso milagrosamente, a un alma inmortal. Para el creyente, la muerte es el tránsito a la eternidad de un ser humano dotado de cuerpo y alma, "el hombre ha de morir un día y será enterrado en el cementerio, pero el alma no va al cementerio, sino que en el momento de morir, se presenta delante de Dios". El que va al cementerio, pues, es el cuerpo para ser destruido, "polvo que vuelve al polvo, cenizas que se tornan cenizas", pero la iglesia especifica, "todos hemos de morir, y un día volveremos todos a la vida. Cuando el Angel toque la trompeta, se levantarán los muertos y los buenos resucitarán con sus cuerpos gloriosos y resplandecientes para ir en cuerpo y alma al Cielo; y los malos resucitarán con sus cuerpos hediondos y feos para ser sepultados en cuerpo y alma en el Infierno"; o sea, esta destrucción del cuerpo es temporal, la materia vuelve a la tierra de donde salió, a la espera de la resurrección, el sepulcro, de esta manera, se convierte en un "locus sacer", un lugar de espera transitorio.

La materialidad de esa concepción del hombre y sus postrimerías son el cementerio y las construcciones funerarias, desde este punto de vista, las fórmulas iconográficas parecen sólo admisibles si se revisten de una significación que transcienda lo orgánico y lo natural; es decir, cuando se subordinan a los temas bíblicos o teológicos, pero el espíritu burgués de una sociedad económicamente en expansión o desarrollo, cosmopolita, hedonista, optimista, que conceptúa la comodidad, el placer, el confort, el sentido de la belleza exterior, ansiosa de exhibir y ser vista, que busca perpetuar el triunfo social y económico; no podía conformarse con expresar en sus enterramientos, iconografía y escultura funeraria, sólo la concepción religiosa de la muerte y, por ello, opta por expresar una idea poética general, en la que aparecen la tristeza, el silencio, la melancolía, los interrogantes ante el destino, rasgos genéricos que se encarnan en alegorías sacadas del mundo clásico, ejemplo de ello, dentro de la escultura, en el cementerio de Grado, es la figura del ángel, la más representada, todas ellas con una complexión ambigua, una vez con la mano derecha sobre el pecho señalando el corazón en señal de cariño hacia el muerto, mientras en la izquierda sostiene una corona de flores de difícil interpretación por encontrarse bastante deterioradas; otra, con las manos extendidas hacia la cruz, en señal de esperanza, al igual que la Magdalena descrita anteriormente, la tercera tipología nos lo presenta con una estrella de cinco puntas sobre la frente, apocalíptico, la mano derecha levantada, amenazador, mientras que con la izquierda sostiene una filacteria de pensamientos y frutos difíciles de determinar por el motivo ya citado.

Sin lugar a dudas, la mejor escultura del cementerio, es la que se sitúa en la entrada "in antis" del panteón de Concha Heres, obra de Juan Cristóbal (1898-1961) titulada "La Noche" que fue primera medalla nacional en 1922, la hermosa figura sobre un pedestal se levanta en movimiento curvado y actitud redentora, realizada en mármol estira sus alas hacia la altura, como llamas que apuntan al cielo y adquiere un movimiento grácil y de sutileza; las formas, mitad hombre mitad mujer, parecen flotantes y al mismo tiempo decadentes llenando de sigilo su alrededor, es un ángel modernista que vigila y acoge al que llega a la morada.

Respecto a los símbolos de profesión, tan sólo hemos encontrado dos ejemplos de este tipo: el de un notario que hace inscribir su nombre dentro de un escudo donde aparecen unidos un corazón sangrante y un ancla, motivo aparentemente ajeno a dicha dedicación, el cual se vuelve a repetir en el frente de un podium de otra tumba, esta vez, como elemento decorativo; el otro se trata de una tumba situada a la izquierda de la plaza en exedra y el obelisco, la cual con marcado acento egipcio erige en el centro de las dos sepulturas, otro obelisco, lo cual habla más de la condición de masón, en la época se muestra, que de pertenencia a una determinada profesión.

Referencias al sentimiento del tiempo que huye las encontramos en los relojes de arena alados, como en la parte baja del mausoleo arriba citado, mientras que la idea de Dios como principio y fin de todas las cosas, se representa por el conocido alfa y omega.

Obviamente, las mejores representaciones iconográficas corresponden a los panteones y tumbas de las clases pudientes, que sirven de modelo a las clases menos instruidas, estas, a su vez, van a manifestar un mayor eclecticismo a la hora de elegir los temas formales, así, representaciones raras, caso de figuras de Cristo, Calvarios o Sagrados Corazones, no son extrañas en el cementerio de Grado; esta disparidad se acentúa tras la guerra civil y continua en nuestros días, apareciendo representaciones relacionadas con la piedad individual, caso de la Virgen de Covadonga o de la del Pilar.

A todas las formas vistas de perpetuar la memoria (entre otras cosas), hay que añadir el uso de la fotografía, la cual se introduce tardíamente en el cementerio (desde la década de los 60), asociada siempre a defunciones dramáticas como son las de jovenes o niños.

4.- LA EPIGRAFIA

Lógicamente, las lápidas van a ser las fuentes epigráficas más numerosas, aunque no las únicas, pues también aparecen epígrafes en podiums y monumentos arquitectónicos.

Existen varios modelos de lápidas, lisas, con arco ojival cincelado, y con cuatro cuadrados en los ángulos que suelen estar decorados en su interior con botones o motivos vegetales estilizados; en términos generales, los mejores ejemplares, las decoradas, suelen corresponder a los enterramientos de segunda categoría, probablemente por el afán imitativo de fama y gloria con sus vecinos más pudientes, cuyos monumentos y esculturas, que ellos no pueden costear, llevan implícita la categoría social del que allí yace; todas ellas muestran el buen hacer del taller marmolista de D. Amado Martínez, verdadero constructor del cementerio de Grado hasta su muerte. Aparecen encabezadas por las siglas desarrolladas del Crismón constantiniano (P + X), a la que sigue una biografía abreviada del difunto, la más común con el nombre (los más pudientes con amplitud de apellidos compuestos), la fecha de nacimiento y óbito, el tratamiento de Sr., Sr. Don, y sus correspondientes femeninos, aparecen en todas las categorías sociales, apercibiéndose por parte del elemento femenino, sobre todo en los enterramientos de primera y segunda, la explicitación de su estado civil de viuda o señorita, aunque no sea lo más corriente.

El deseo de notoriedad o fama se hace constar nediante la profesión que se tuvo en vida, sobre todo los que detentan profesiones liberales, aunque no faltan las vinculadas al ámbito de la villa (maestro de la banda municipal), la docencia (maestro nacional), o el Ejército (capitán de Artillería; capitán de Infantería; capitán del cuerpo de Especialistas, etc.); otra vía de alcanzar tal meta será a través de la erudición latina, "in memoriam usque in carnis resurrectionem".

El anhelo de perdurar en el recuerdo local se ve representado en el "alias" popular con que fue conocido en vida (Pepe Antón, Norton, El Quililo, etc.).

En el antiguo cementerio civil, la enorme injusticia de segregación cometida con el "fundador de las sociedades agrícolas" D. Julio César Estrada, cuyo único defecto había sido: "luchar por la Libertad, el Progreso y la Justicia, obra que nunca morirá. Defender a los humildes y fustigar a los tiranos ", se destaca en su "monumento erigido por suscripción popular iniciada por sus admiradores"; sin duda, con el deseo de perpetuar la memoria, los ideales y el agradecimiento.

Los individuos eclesiásticos, al igual que los civiles, especifican su categoría (arcipreste párroco, presbítero, etc.) yconocimiento, prefiriendo al pie o la cabecera las siglas D(eo) O(ptimo) M(áximo), frente a la común de D(escanse) E(n) P(az) ó la más rara de R(est) I(n) P(ace).

Los vencedores de la guerra civil dejan constancia del hecho, de su filiación política, y de su peculiar entendimiento posesivo del concepto de patria ("falangista, ¡Presente!, murió gloriosamente por Dios, por España y la Falange"; "falleció vilmente asesinado por las hordas marxistas"; "murieron por Dios y por España"; etc.).

Clausurando las inscripciones aparecen expresiones de dolor de los deudos ("tus...no te olvidan"; "cariñoso recuerdo de..."; "siempre vivirá en la memoria de..."; etc.) y aclamaciones a los vivos que pasean por el recinto ("¡Rogad por los que aquí yacen!"; "¡Cristianos una oración! por su alma"; "¡Rogad a Dios por su alma!"; etc.), estas últimas aparecen sobre todo en las sepulturas de segunda calidad, y minoritariamente en las de primera, pues los burgueses en el cementerio de Grado gustan más de exhibir sus exhortaciones en los panteones, Concha Heres en la puerta de acceso a la cripta hace rezar la frase: "Diem novissimun expectantes", y la capilla de los Suárez Valdés y Rodríguez San Pedro, inscribe "Ae sua exit" en la gran corona de espinas de hierro apoyada al pie de la monumental cruz que se yergue sobre el Calvario que sirve de cúpula al panteón, al tiempo que sitúa coronando la pared principal de enterramientos, frente a la escalera de bajada a la cripta, la sentencia "Como te ves me vi, como me ves te verás". "Caridad".

En los cuarteles dedicados a enterramientos de infantes -"E"-, sólo se hace uso del situado en la parte izquierda, siendo lo más común inhumar los cadáveres en las sepulturas de los mayores, de hecho, apenas aparecen, hoy en día, más de doce sepulturas, aunque somos conscientes que el actual espacio conoció levantamientos y traslados al osar general; todas las formas de perpetuar la memoria de la "aetas imperfecta" presentan el mismo epígrafe ("subió al cielo"), tanto en las sepulturas de este tramo como en las familiares, pudiendo aparecer el nombre con el diminutivo cariñoso familiar ("Juanín subió al cielo").

La propiedad privada, característica del sistema capitalista, deja su impronta en las lápidas y, sobre todo, en los podiums y frentes de las sepulturas, bajo la fórmula de "propiedad de".

La desatentada pasión con que en los últimos treinta y cinco años se ha hecho saldo del patrimonio de los espacios históricos, como no podía ser de otro modo, encuentra eco en el terreno epigráfico, de manera progresiva van a ir apareciendo letras adhesivas y, la epigrafía, convirtiéndose en inexpresiva y anodina, frente a la "Familia de molineros y vinateros de La Cruz. Grado. La vida les unió camino de alfa y omega", cada vez con mayor frecuencia los rótulos nada nos informan sobre quienes yacen tras ellos, lacónicos "Familia Alvarez" o "Familia Fernández" asemejan las tumbas de hoy a las necrópolis sin ajuar y anepígrafas, cuya cronología resulta imposible de establecer para los arqueólogos.

5.- CONCLUSION

En el siglo XIX el hombre se hizo pragmático, el positivismo y los nuevos dioses, los científicos, le dieron a entender que formaba parte de una cadena sin fin, dentro de la cual, él, era un eslabón más, de esta forma, el enigma de saber quién era y hacia donde se dirigía, o sea, cuales eran sus orígenes y su fin, se hizo menos esencial, lo importante era la vida, ya que se marchaba de este mundo inacabado e insastifecho, pues nunca se completaba nada; por esta vía,las "sabidurias de la muerte", que habian ido acumulando durante siglos sus antepasados, impregnando toda la existencia, desaparecen.

Invitado a un baile de mascaras, sin música ni sonido con que trazar los pasos del baile, disfraza la muerte tras lo funerario, y el duelo, mediante el ritual.

A principios del siglo XXI, cuando el progreso ha perdido el sentido, parece necesario que la muerte encuentre el suyo. Este retorno de la muerte a la conciencia contemporánea, debe de ser un hecho de civilización, cualquier cultura no se revela perfectamente más que en su pronunciamiento sobre la muerte, y esto, es preciso tenerlo en cuenta por múltiples razones, la primera, porque nos concierne.

BIBLIOGRAFIA

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José Luis Fernández Faure

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