Villa de Grado - Asturias - España

Moscón

 

D. Pepín Fernández

La biografía de Pepín Fernández, empresario asturiano que fundó los grandes almacenes Galerías Preciados, es la de un luchador que logró superar con éxito las dificultades sociales, políticas y económicas de la posguerra para crear el primer gran establecimiento moderno de la Historia de España. Es la de un hombre, amante de la familia, que se hizo a sí mismo, que abrió su carrera desde un primer puesto como «cañonero» (chico para todo) en un establecimiento de México. De ahí a La Habana y una carrera meteórica, gracias a sus enormes capacidades para los negocios. Con 39 años regresa a España y levanta, a partir de una tienda, un gran imperio. Su afán por llevar sobre sus espaldas todo el peso del negocio le encumbró, pero también dio pie a la caída de Galerías Preciados, porque la empresa estaba excesivamente centralizada con una escasa delegación de funciones.

Pepín Fernández (Grado, 1891) conoció en su entorno familiar el comercio, ya que sus padres (Manuel Fernández «el de El Rellán» y María Rodríguez), tenían abierta al público una pequeña tienda. En 1908, con 16 años y pese a las reticencias de sus padres, que ya habían perdido un hijo en América, Pepín Fernández se embarcó hacia México con cien pesetas en el bolso. Tras dos años en este país, durante los que trabajó en una tienda propiedad de otro asturiano, puso rumbo a Cuba, donde vivía su hermana Eustaquia. Pepín Fernández se forjó empresarialmente en los almacenes El Encanto de Cuba, en los que también se formaron César Rodríguez y Ramón Areces, fundador de El Corte Inglés, la empresa que acabaría por adquirir el imperio de Fernández. Los tres fueron contratados en el establecimiento de La Habana cuando llegaron a la ciudad. Y la historia de El Encanto también es asturiana. Su origen fue un pequeño comercio que fundaron en 1888 los asturianos José y Bernardo Solís. A los pocos meses contrataron como dependiente a otro asturiano, Aquilino Entrialgo, con quien finalmente pusieron en marcha el ambicioso proyecto de abrir una gran tienda en una céntrica esquina de La Habana, conocida como «la del pecado» porque, decían, por allí paseaban las más bellas mujeres de la localidad. Pocos años más tarde, El Encanto era uno de los almacenes con más prestigio del planeta. Tras su llegada a La Habana y una vez trabajando en El Encanto, Pepín Fernández hizo gala de una enorme capacidad para aprender y a los pocos meses pasó de «cañonero» a dependiente. En 1912 ya había sido trasladado a oficinas, donde puso orden en la contabilidad de la empresa. Pese al carácter moderno de los almacenes cubanos, aún persistían prácticas anticuadas. Fue Fernández quien defendió con vehemencia que se estableciese un precio fijo en los productos, impidiendo el regateo. El empresario asturiano logró también renovar la publicidad, haciéndola más directa, persuasiva y simple. Con una situación profesional consolidada en El Encanto y, al lograr más tiempo libre, contrajo matrimonio el 17 de abril de 1920 con una cubana, cinco años más joven que él: Carmela Menéndez. «Curiosamente, Cuba estaba más adelantada en el comercio que España, sobre todo por la proximidad con los Estados Unidos», para quien «Cuba formaba parte de un triángulo entre España y Estados Unidos y actúa como correa de transmisión de un modelo de comercio que en nuestro país se pone en marcha en los años cuarenta y que tiene más características americanas que europeas». En 1931, Pepín Fernández se trasladó a España con su esposa y sus tres hijos. Tres años más tarde, junto con César Rodríguez y varios dependientes madrileños funda Sederías Carretas. Contra los muchos que aseguraban que en el Madrid de los años treinta no tendría éxito una gran tienda de tejidos, Pepín Fernández aplicó a su establecimiento el espíritu forjado en El Encanto. Una cuidada estrategia publicitaria, atractiva y directa que él mismo redactaba, además de romper con características trasnochadas del entonces primitivo comercio español atrajeron al público. El local se fue ampliando y no cerró durante la guerra civil. Tras la contienda bélica, el asturiano fue consciente de que para prosperar era necesario acercarse al poder. Al tiempo que impulsaba la máxima de que «el cliente siempre tiene razón» y demandaba las mayores atenciones de sus empleados a los compradores, la tienda crecía hasta ocupar todo un edificio. Ya en 1935, adquirió entre las calles Preciados, Carmen y Rompelanzas un gran solar para el primer Galerías Preciados. En la esquina se encontraba la sastrería El Corte Inglés, que, según la autora, fue cedida por Pepín Fernández a Ramón Areces para que la explotara hasta su derribo, que se retrasó a causa de la guerra.

Fernández y Areces distinguían el plano familiar del empresarial El primer Galerías Preciados abrió sus puertas en 1943. Pese a las limitaciones económicas en España, el establecimiento creció, apostando por la idea de que más que una tienda se trataba de un centro social. Impulsó el día de la madre y prosiguió atrayendo clientes. «En seguida estos grandes almacenes se parecen a los europeos, con muchos productos, precio fijo, con escaleras mecánicas y buena atención al cliente». Pero si algo significó Galerías Preciados fue el haber enarbolado la bandera del «renovarse o morir» para el resto de comerciantes. «Tuvieron que ponerse las pilas. En las otras tiendas. la demanda generaba la oferta. En cambio, estos grandes almacenes hacían que la oferta generase la demanda». Tanto deseó Pepín Fernández hacer llegar a sus clientes la idea de tienda como servicio que llegó incluso a poner un anuncio en el periódico advirtiendo de que una clienta había pagado de más y que pasase a recoger el dinero. Con dificultad, Galerías Preciados consigue superar los difíciles años cuarenta. De forma hábil, Fernández consigue entablar relación con los altos cargos del régimen. en muchos casos por medio de sus esposas, asiduas clientas de la tienda. Crece entonces, la competencia con El Corte Inglés de Ramón Areces, que abrió una tienda frente a la suya. «Pero mientras que Pepín Fernández abre nuevos establecimientos endeudándose, Ramón Areces en muy pocas ocasiones pide dinero». A partir de los cincuenta crece la competencia entre ambas empresas y después El Corte Inglés termina por comer terreno. Además, mientras que Fernández mantiene la impronta familiar en el negocio y no logra evolucionar, haciendo que todo pase por sus manos, Areces, que tenía más dinero, supo contar más con los profesionales. Pero aunque las relaciones entre ambas empresas terminaron por ser una guerra abierta, siempre diferenciaron bien el aspecto familiar del profesional. Fernández y Areces siempre estaban el uno para el otro cuando se necesitaban, la decadencia de Galerías Preciados coincide con la decadencia física del empresario. El futuro de ambas epresas pasa por a transformación del negocio bipolar de los grandes almacenes en España al monopolio de El Corte Inglés, ya tras la muerte de Pepín Fernández y una vez que la empresa pasó por sucesivas ventas lejos ya del control familiar.

Si la historia de Galerías Preciados es inseparable de la de Pepín Fernández, también lo es de la cadena que fuera su principal competidor, El Corte Inglés, que fundara el también asturiano Ramón Areces, quien tenía lazos de parentesco con Fernández. Ambos empresarios, junto con César Rodríguez, entretejieron a lo largo de sus vidas intensas y afectuosas relaciones, pese a la competencia entre negocios. Pepín Fernández y César Rodríguez eran primos; Ramón Areces era sobrino del último. Todos ellos nacieron en el entorno de La Mata (Grado). La biografía de estos tres asturianos se abre como la de muchos de su generación: la del varón, adolescente, de origen rural y con familiares en América que se embarca para buscar fortuna al otro lado del Atlántico. Grado como escuela del concejo de Grado salió un buen número de emigrantes que ansiaban «hacer las Américas». Además, la capital constituía uno de los enclaves comerciales más importantes de la zona, donde se adquirían artículos, principalmente agrícolas y ganaderos, para buena parte del contorno. Las ferias constituían todo un foco de atracción en la Asturias de principios de siglo. Así, los fundadores de Galerías Preciados y El Corte Ingles se forjaron en el espíritu mercantil. Además, Pepín Fernández siempre recordó sus viajes infantiles a Oviedo, una puerta al mundo que se abría a los ojos de un pequeño que soñaba con «coger el ferrocarril del Vasco, para recorrer el mundo».

 

La Cámara de Comercio de Madrid acoge el lunes (18/06/2001), la presentación del libro «Pepín Fernández: El pionero de los grandes almacenes». Su autora, Pilar Toboso Sánchez (Madrid, 1957), es doctora en Historia Moderna y Contemporánea y profesora titular de Historia Contemporánea en la Universidad Autónoma de Madrid. El volumen, que recoge la vida del asturiano y que comienza ahora a distribuirse, obtuvo el premio «Lid» de historia empresarial del pasado año. Este galardón se concede a través de un jurado de prestigio, formado por catedráticos y personalidades del mundo académico. El texto ha sido prologado por Francisco Comín, catedrático de la Universidad de Alcalá y Premio Nacional de Historia en 1990. Pilar Toboso ha rastreado el archivo de la empresa y el archivo familiar de Pepín Fernández «sin ninguna limitación» hasta completar un trabajo de cuatro años.

Muchas gracias Pilar, especialmente, de todos los moscones .

 

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