Siglo XI
PEDRO ALFONSO DE COALLA.
- Defensor ardiente de la religión y de la patria, señalóse
mucho en las conquistas de Madrid y Almería, recibiendo mercedes
del Soberano. Los de Coalla ganaron a Madrid, dicen unos
apuntes que nos enseñó el correcto escritor Don Bernardo
Acebedo.
Evidencia que vivió
reinando Alfonso VI un privilegio guardado en la iglesia de San
Vicente de Oviedo.
Siglo XII
MARTÍN DÍAZ
DE GRADO. - Es aquel que concurrió al Concilio o Asamblea
de Oviedo en 1115, llamado por el Obispo D. Pelayo, y cita Trelles
en su Asturias ilustrada.
PELAYO BERMÚDEZ. - Sirvió
a D. Alfonso VII de tan singular manera, que le hizo donación
de diferentes bienes en la villa de Grado, su patria.
FERNÁN GUTIERREZ. - Alcanzó
los últimos años del citado Emperador, quien le donó
el lugar de Ranón y el castillo de San martín, de
Pravia.
Siglo XIII
GUTIÉRREZ FERNÁNDEZ. - Uno
de los caballeros asturianos que el año 1212 se hallaron
en la prodigiosa batalla de las Navas de Tolosa.
Nació en Villanueva,
en su castillo.
Diego ANALSO GUTIÉRREZ. - Sirvió
al Santo Rey Fernando III de Castilla en la conquista de Baeza,
como expresan antiguos escritos, que mencionan también a
los dos precedentes infanzones y conserva el autor en su archivo.
Siglo XIV
PEDRO LÓPEZ CAÑEDO. - Fué
Diputado por Asturias en las Cortes de Burgos en 1315, al firmarse
la Carta - hermandad de los caballeros castellanos, por la menor edad
de Alfonso XI.
HERNÁN PÉREZ
DE GRADO. - A quien llama Carballo gran caballero, decidido partidario
de Trastamara: hubimos de aludirle (como a los cuatro siguientes
de la lista) cuando la lucha de este Príncipe con D. Pedro
I. Logrado el triunfo, recibió de D. Enrique marcadas distinciones;
pero le amonestó por su dureza con los que en Grado eran
fieles al Rey asesinado en Montiel.
FERNANDO DE GRADO. - Animoso
adalid que siguió igualmente las banderas del bastardo y
dejó sentir su influencia bienhechora en todo el reino al
llegar al trono D. Enrique, que a su lado le tuvo confiriéndole
altos cargos.
DIEGO FERNÁNDEZ
DE MIRANDA. - Señor de la Casa de su apellido (Miranda),
nació en el coto de Villanueva, en el que ejerció
jurisdicción. Se opuso tenazmente a las pretensiones de Trastamara,
y cuando este regio vástago se refugió en Asturias
con ánimo de ocultarse en Escamplero, huyendo de la persecución
del Rey su hermano, poco faltó para que en el valle de Miranda
le apresara D, Diego, que había hecho preparativos a tal
fin, debiendo su salvación al oportuno aviso de dos de sus
caballeros acompañantes.
Jamás rindió
homenaje al de las Mercedes, ni admitió el poder que le brindaba,
y avieso o indócil, tuvo que huir del reino, y expatriado
concluyó sus días.
ALVAR PELÁEZ DE
COALLA. - Hermanoo pariente del que estábamos hablando, siguió
como él la voz del Rey D. Pedro. Luego fue perseguido por
diversas causas, no por su consecuencia.
Cítanle las Crónicas
de la Edad Media.
PELAYO FRÓILEZ.
- Le recordará el lector: asistió a la Confederación
de Santa María de la Vega, extramuros de Oviedo, en 1367,
representando a los partidarios que D. Pedro I de Castilla tenía
en el Concejo de Grado.
Fanático en extremo,
persiguió en su comarca, mientras pudo y sin descanso, a
los amigos de Trastamara.
Cuéntase que
los caballeros presentes en la memorable Asamblea y,
por consiguiente, Fróilez, al jurar á Dios y prometer
a su Rey eterna lealtad, quemaron en una hoguera que arder ficieron
las vainas de sus espadas, declarando, mientras ardían, qué,
como ellas, querían y sufrirían ser quemados antes
que entregarse y transigir con los traidores.
Fróilez cumplió
su palabra: fue fiel a su Soberano aun después que éste
murió, y así, cuando D. Enrique, entronizado, envió
a Asturias en 1369 a D. Pedro Suárez de Quiñones como
Merino mayor de estas tierras, y en las inmediaciones de Oviedo
chocaron por última vez los dos bandos, allí estaba
Pelayo Fróilez, que a Grado llegó mal herido, y aunque
vivió largos años todavía, hasta la tumba llevó
incólume su lealtad por D. Pedro.
Fue su patria la capital
del Concejo.
DOMINGO DE COALLA. -
Adviértase que heredó la soberbia y ambición
de su antepasado el Conde Peláez, y sin llegar a tanto en
maldad, poder y riqueza, causó muchos males. Es el despreocupado
caballero que hizo esparcir en algunas fincas de Coalla, que eran
de otros, tierras de su coto de Villanueva, y luego llevó
allí un Notario para que testificara que toda la tierra que
se veza era suya, haciéndose de esta manera dueño
absoluto de Coalla.
Siglo XV
PEDRO DE GRADO.- Uno
de los Embajadores que estuvo presente en el Concilio general de
Constanza, convocado por el Papa Juan XXIII, con objeto principalmente
de poner término al cisma que duraba desde 1377.
JUAN FERNÁNDEZ
DE PEÑAFLOR.-Otro de los Embajadores que asistieron al Concilio
de Constanza, con poderes de la Reina Gobernadora, dados en Valladolid
a 24 de Octubre de 1416. Prestó además, otros honrosos
servicios a su patria, habiendo sido en los comienzos de su carrera
Arcediano de Grado.
Era natural de la parroquia
que acusa su apellido, según el Diccionario de Madoz.
RODRIGO ALVAREZ DE LA
RIVERA, de Báscones.-Recibió pleito homenaje á
Alvaro Alfonso de Cangas y a Alonso González de Llano sobre
la Encomienda del castillo de Rivadeo, que tenían por la
iglesia de Oviedo, en los años de 1420.
LUIS FERNÁNDEZ
DE GRADO.-De gran respetabilidad y prestigio, resulta tomando parte
activa en los asuntos del Concejo al mediar el siglo xv. Como se
tendrá presente, fue el que apaciguó el tumulto ocasionado
por las Ordenanzas de 1441 y el que las autorizó, como asimismo
el famoso documento de los Gremios (á los que pertenecía)
en 1450, por ser Escribano del Rey y su Notario público.
Nacido en su casa de
la Plaza Mayor, en la Puebla de Grado, sus restos descansaron durante
largo tiempo en el Monasterio de Santa Clara de Oviedo, en la urna
funeral á que aluden Carballo, Posada, Quadrado y Vigil,
cuyo epitafio dice:
Aquí yacen sepultados
los señores Luís Fernández de Grado
Sancha Fernández
de Lodeña, padre y madre de la señora Doña
Aldara de Lodeña, mujer del ilustre señor Alfonso
de Quintanilla.
La losa que trae la inscripción
está depositada en el Museo provincial desde el mes de Marzo
de 1879.
HERNÁN GONZÁLEZ
DEL CASTILLO.-Por su tenaz pelea contra los Ilustres Gremios y Linajes,
adquirió su figura gran relieve; piedra angular de las Ordenanzas
de 1441, caudillo insustituible de la falanje contraria a los Nobles,
atrajo por su ambición sensibles perturbaciones al Concejo.
Su nombre es bien conocido.
Simple fijodalgo oriundo
de la parroquia de Gurullés, logró ciertos prestigios
que supo muy luego explotar en su provecho.
MARTÍN DE GRADO.-Rico
e influyente prócer, llegaron a temerle los revoltosos QuiÑones,
de quien era enemigo implacable, e insidiosamente le dieron muerte
hacia el aflo 1443. El Príncipe D. Enrique menciónalo
en una de sus Cartas a los pueblos de Asturias.
ALVARO PÉREZ DE
GRADO.-Escritor correcto, Doctor en Cánones, Catedrático
de Prima de Leyes en la Universidad de Salamanca y Doctoral de su
Iglesia Catedral, recopiló los Establecimientos de la Orden
de San Juan. Así lo dice Gil González Dávila
en el Teatro de la Iglesia de Salamanca.
Es regular que nuestro
autor fuese de la Orden de Malta en alguna manera participante.
FERNANDO ALONSO DE GRADO.-
Adelantado de León y Asturias, nació en la villa que
indica su nombre.
ALDARA DE LODEÑA.-La
hija del magnate Luis Fernández de Grado, casada con el insigne
Quintanilla, Consejero de los Reyes Católicos.
Señora de sobresalientes
virtudes, dama predilecta de la Reina Isabel, sobre cuyo ánimo
ejercía influencia notoria, lo inclinó en favor del
inmortal Colón cuando mísero y desconocido pedía
apoyo para realizar la empresa más colosal de la historia
patria. Desde el primer momento se presenta Aldara decidida por
la causa del genovés, acaso influída por su marido,
que con ella contribuyó a desbaratar las intrigas que se
fraguaban contra Cristóbal en el Palacio Real.
Conseguidos los gloriosos
ideales, llevó siempre amistad estrecha con el célebre
Almirante, que nunca olvidó la que fue su orotectora en los
momentos más críticos de su vida, en aquéllos
en que eran tantos los detractores y tan pocos los amigos.
FERNANDO ALVAREZ DE LA
RiVERA.-Hijo del citado Rodrigo del mismo apellido, señor
de la Casa de Rivera, que en compaflia de Diego de Caso asistió
como poderhabiente del Principado de Asturias á las Cortes
de Ocaña, en tiempo de los Reyes Católicos, consiguiendo
en ellas numerosos privilegios á favor del Principado.
RODRIGO DE BÁSCONES.-
De la Casa de Ferrera, Provincial de Castilla en la Orden de San
Francisco, prestó a ésta grandes servicios antes de
la Reforma, mostrándole su agradecimiento aquellos Reyes.
LOPE DE MIRANDA.- Llevó
al servicio de dichos Monarcas, Fernando é Isabel, gran número
de parientes y vasallos de su Casa para la guerra de Granada, de
cuya ciudad fue Corregidor poco después de la conquista.
FERNANDO DE COALLA.-
Desde Sevilla, en 1485, son reclamados por los Reyes Católicos
al Principado de Asturias hombres y dinero para proseguir la campaña
contra los moros andaluces, y allá tuvo que ir nuestro valiente
compatriota, que ya en 1476 se había hecho notar entre los
caballeros y escuderos que enviara la junta de Oviedo a la ciudad
de Zamora. Volvió a Asturias Fernando de Coalla, cumplido
su deber, para salir de nuevo "con sus armas y caballos, según
era obligado por la guerra," aumentando su fama de intrépido
en las luchas de Granada, y especialmente en la conquista y sitio
de Málaga, que admiró a esclarecidos guerreros castellanos.
Más tarde figuró en el contingente de 600 peones reclamados
al Principado por una Real provisión firmada en Almazán
el año 1495.
A mediados del siglo
XV recibió el de Coalla las aguas del bautismo en la parroquia
de La Mata, como dice Miñano, contra los que aseguran fué
en Bayo donde se bautizó.
PELAYO FRÓYLEZ,
de la Puebla de Grado.- Acompañó a Fernando de Coalla
en la conquista de Málaga y luchó más tarde
valerosamente en Méjico, donde murió en campaña.
Siglo XVI
ALVARO DE GRADO.- Renombrado
Capitán que también estuvo en la conquista de Granada
y recibió de la Reina Isabel señaladas pruebas de
aprecio por su excelente comportamiento.
Cuando más se
hizo notar, sin embargo, fue posteriormente, reinando Carlos I.
Acometida la Calabria
por los franceses combinados con los venecianos, salióles
al encuentro el Maestre de Campo Alvaro de Grado con 2.000 españoles
unidos a las tropas del Conde Burrelo, y entablada la batalla, derrotaron
por completo a sus contrarios, dando lugar este suceso, con otros
que le siguieron escribe Sandoval en su Historia de Carlos V, a
que, desmayados los aliados, desistiesen del sitio de Nápoles
y viniesen casi todas las plazas á poder de los españoles.
Desde Italia pasó
el de Valdepramaro á la conquista de Túnez, distinguiéndose
con particularidad en el ataque a la Goleta. Embestidos de improviso
los nuestros por los turcos, se vieron en gran peligro, consiguiendo
rechazarlos después de supremo esfuerzo, hasta las mismas
puertas de la plaza. Ante ellas, por su temeridad, quedó
herido Alvaro de Grado y muerto su Alférez Sebastián
de Lara.
Concluída felizmente
la expedición de la Goleta, marchó el ejército
contra Túnez, y Alvaro de Grado, con el Duque de Alba, mandaban
los escuadrones de la retaguardia.
Figura entre los escogidos
Capitanes que mejor sirvieron al Emperador en la peligrosa empresa,
citándole dicho historiador Sandoval.
La villa de Grado puede
ufanarse de tenerle entre sus hijos.
ALONSO DE GRADO.- Cuando
el perínclito Cortés desembarcó en tierra de
Anahuac en 1519, etre los pocos españoles que le acompañaban
contábase el insigne guerrero de Grado, y al internarse en
las ignotas regiones, en las audaces, inconcebibles conquistas,
admiradas por la humanidad, a su lado estuvo y le pidió consejo
en horas decisivas y supremas. Con él entró en la
gran ciudad de Méjico.
Nació Alonso de
Grado en la villa de su apellido el año 1490, pasando en
ella su adolescencia, y dícese que era de dura complexión,
pequeño de cuerpo, de claro talento y escasa doctrina, astuto,
temerario y un tanto altanero, joven aún, ávido de
aventuras, embarcó para América, y al cabo de azaroso
viaje, en que su vida peligra, llegó a Cuba. Sin fin preconcebido,
pasó a Santo Domingo, y allí conoció a Cortés.
Regresa presto a las playas cubanas como subordinado del Gobernador
Diego Velázquez, y a su servicio se hallaba al formarse la
Armada que iba á rnandar su amigo Hernán Cortés
para lanzarse, contra los deseos de Velázquez, a la gigantesca
empresa, honra de la raza hispana.
Ingresa en la Armada,
zarpan las naves de Santiago, y al tocar en la Habana, los émulos
del gran conquistador tratan de prenderle; pero avisado a tiempo
por nuestro paisano y otros tres de sus partidarios, quedó
el complot desbaratado, mostrándose Cortés reconocido,
y en particular al Capitán gradense.
Arriban á Nueva
España y dan comienzo las gloriosas, increíbles jornadas,
preñadas de sombras y peligros; las mil curiosas aventuras
imposibles de narrar en cortas páginas.
Ni ese es nuestro objeto,
y así, muy al correr de la pluma, sólo diremos lo
que más concierne al obscurecido héroe hijo de Asturias.
En su marcha hacia lo
desconocido llegan a Zempoala, y ante los muros de esta población,
preparándose a tomarla, forma el invicto extremeño
tres pequeños escuadrones, con el fin de (que, mientras dos
de ellos daban el asalto, él, con el tercero y á su
vera Alonso de Grado y otros dos probados Capitanes, acudir prontamente
donde fuera necesario. Así se hizo; pero talesdificultades
opusieron a sus bríos las murallas y su fuerte guarnición,
que Cortés vaciló, creyéndose en el caso de
consultar a sus Capitanes sobre la conveniencia de insistir o declararse
en retirada. Alonso de Grado opinó, como Cortés, que
debía proseguir sin desmayo el asedio de la plaza.
Y prosiguió con
furia, y la rindieron, pasado corto plazo, unido a su fiero arrojo
la táctica, la astucia y una inquebrantable voluntad*.
Más adelante,
frente a la populosa ciudad de Tlascalla, al ir también a
tomarla, rodeados los españoles de innumerables enemigos,
renacen las dudas de Cortés, y "volviéndose a
Alonso de Grado, que era Alcalde mayor, le dixo: Que atento la muchedumbre
de gente que descubrian, ¿qué le parecia que hiciesen?
Respondió: que retirándose a la mar, escribiese a
Diego Velazquez que enviase socorro; porque si les sobrevenia algun
inconveniente (como seria enfermedad), no havia duda sino que serian
todos comidos de los indios*."
Advirtióle Cortés que, de retirarse, hasta las piedras
les serían contrarias, y mejor fuera seguir adelante y de
ser preciso, morir en la demanda. Los otros Capitanes son del parecer
de Alonso. Entonces el caudillo, siguiendo sus impulsos, reúne
a sus alborotadas gentes; con vibrante acento las arenga, las contiene
y las subyuga, y reaccionados a su ejemplo sublime, soldados y Capitanes,
todos, decididos, resueltos, se aprestan a continuar combatiendo.
¡Bien hizo el de
Medellín! , pues los de Tlascalla, al ver su firme resolución
y asombrados de los anteriores triunfos, le ofrecen paz y amor...
y cuatrocientos españoles entran en la ciudad y cien mil
indios les rinden homenaje.
Avanzan sobre Méjico;
alcanzan nuevas, pasmosas victorias, y otra vez, por ser tales y
tantos los obstáculos, se amotinan los soldados, creyendo un imposible
vencer, persistir una locura, y nuevamente se impone Cortés,
de acuerdo ahora con sus íntimos, con Alonso de Grado, que
a todo trance quieren seguir más allá, y llegan a
lo inaudito, a entrar en la soberana Méjico, en el inmenso
pueblo, que atónito les contempla y agasaja. Era el 8 de
Noviembre de 1519.
Ocupados se hallaban
Cortés y sus españoles afianzando la conquista, cuando
llegan a Méjico mensajeros con cartas de Villa-Rica, pueblo
que ellos habían fundado (después ciudad de Vera-Cruz),
anunciando la muerte del Teniente y Alcaide, Escalante, y de otros
castellanos, causadas en un encuentro con gentes del país.
NotificábanIe, además, a Cortés que se notaba
cierta alteración entre los de Zempoala y Totonaques, negándose
á aprovisionar a los españoles.
Y escribe Torquemada:
"Sabido el caso,
porque convenía poner persona de recado en la Villa-Rica,
envió Fernando Cortés a Alonso de Grado, hombre de
muy buenas gracias, aunque no muy soldado*,
por Alcaide y Teniente. Encargóle que mirase por los vecinos
y los honrase y no permitiese hacer agravio a los indios amigos,
ni se les tomase cosa por fuerza, y que se diese mucha priesa en
acabar la fábrica de la fortaleza."
El puesto de Gobernador
de Villa-Rica era importantísimo entonces, advierte Solís,
por ser plaza «que se mantenía para la retirada y contra
las avenidas que se podían temer de la isla de Cuba."
A poco de llegar a su
destino Alonso de Grado, relevó de sus cargos a varios caballeros,
sustituyéndolos por otros que honradamente le secundasen
en el cumplimiento de su misión, y desde este instante comienza
la calumnia a cebarse en él. Propalaban, que trataba con
dureza a los soldados y exigía joyas á los indígenas,
que se cuidaba poco de levantar la fortaleza y que conspiraba en
favor de su antiguo jefe, Diego Velázquez, en contra de Hernán
Cortés.
Imbuído por éstas
y otras fábulas, el historiador Solís le trata mal,
diciendo al comentar el nombramiento de Alonso de Grado, que era
"sujeto de habilidad y talento, pero de ánimo inquieto,
habiendo sido un yerro su designación."
Dio crédito Cortés
a cuanto le dijeron, y envió a Villa-Rica a Gonzalo de Sandoval,
émulo de Alonso, para que relevase a este, y preso lo mandara
a Méjico. Lo que no tardó en ejecutarse, permaneciendo
nuestro personaje encarcelado algunos días, al cabo de los
cuales, convencido su jefe de que eran falsas las especies que a
sus oídos llegaran, le dio la libertad, volviéndole
a su gracia y aun a sus consejos. Tanto es así, que fue de
los primeros a quien consultó muy luego, en extremas circunstancias,
cuando asomó la traición de los mejicanos para asesinar
a los castellanos todos. En estos pavorosos instantes, Alonso de
Grado afirmó al gran Capitán en su pensamiento de
jugar el todo por el todo prendiendo a Motechzuma. Idea temeraria,
extremadamente audaz, disparatada... ¡Prender a tan poderoso
Monarca un puñado de hombres! ¡Prenderlo rodeado de
guardias, en lugar fortísimo, en medio de su pueblo!
Y el absurdo se realizó.
iHecho único en la Historia!
Alonso de Grado fue uno
de los 30 castellanos que entraron en el palacio y cogieron desprevenido
al desgraciado Emperador, llevándole preso, engañado,
a la residencia de Cortés, desde la cual cayó derrumbado,
perdiendo cetro, corona y vida.
Por tales motivos, en
sí suficientes, y por otros méritos que luego contrajo,
se atrevió Alonso a pedir a Cortés le repusiera en
su destino de Gobernador de Villa-Rica, a fin de que resplandeciese
diáfana su conducta pasada, sin sombras que pudieran empañarla.
Y a complacerle se inclinaba Hernán, amante de lo justo,
y Alonso esperaba confiado en su rehabilitación absoluta.
Pero Sandoval y sus amigos le vigilaban, y sospechando lo que iba
a suceder, alarmados por el ascendiente que había recobrado,
vuelven a agitarse, a difamar, y logran torcer el ánimo del
caudillo y agriar las relaciones entre los dos Capitanes, que van
de mal en peor, hasta que, ofendido Alonso de los repetidos desdenes
de su jefe y viendo otra vez en peligro su honra, pensó -¡
entonces, sí!- en el Adelantado Diego Velázquez, en
procurar buena acogida a quien en su nombre llegase, que sería
pronto, según se contaba, para suplantar a Fernando Cortés.
Pensó en salvar su fama, su reputación, en vindicarse;
conspiró, sí, y como dice Torquemada, "tenía
un hombre en la costa para ser avisado si llegaban navíos
de Diego Velázquez."
¿No fue disculpable
ó lógico su proceder?
La parcialidad por el
Adelantado no la perdonaba Cortés; los grandes hombres ¡tienen
también sus flaquezas! Y ya su alma, trabajada por los rivales
de Alonso, se inclinó a la ira, y ordenó que el asturiano
fuese conducido maniatado a su presencia. Al llegar Alonso a palacio
sujetáronle al cuello una soga, y mientras cruzaba el patio
"tocaron las caxas y hubo gran grita, porque así estaba
concertado, para hacerle más vergüenza; tratóle
Cortés mal de palabra; díjole que si no le hiciese
lástima, le mandaría ahorcar; mandóle echar
preso, y por ruegos de Pedro de Alvarado y de otros, desde algunos
días le mandó soltar. Hecho este castigo, reprendió
a Alonso de Grado*."
Con todo y con eso, pasado
algún tiempo volvieron a reconciliarse, mediante mutuas disculpas
y desagravios, y amigos estaban al llegar el momento que había
soñado Alonso.
Diego Velázquez,
en efecto, resentido de Cortés y envidioso por las buenas
noticias que de sus empresas recibía, armó bajeles
al mando de Pánfilo Narváez, que salió para
Nueva España y a ella había llegado como Gobernador,
con orden de prender a Cortés y enviarlo a Cuba.
No pensó AIonso
en traiciones, firme en la amistad jurada, aunque no tuviera por
su jefe los entusiasmos de antes; marchó con él en
busca del ejército de Narváez, sin vacilar; lo encuentran,
y es derrotado y deshecho.
Y al desarrollarse los
nuevos, inverosímiles sucesos, en la guerra contra los mejicanos,
junto a Cortés continuó el de Grado;
pero no fue ya su confidente, porque el de Medellín, a su
vez, se enfriara en sus afectos, no curado en sus recelos, que persistieron
hasta el fin, aunque lejanos, entre los dos caballeros.
En la terrible retirada
de Méjico se batió Alonso de Grado con admirable denuedo,
con locura, y en la batalla de Otumba, en que unos centenares de
españoles vencieron a 200.000 indios, estuvo infatigable
y salió herido en un brazo, víctima de sus audacias.
Concluída la guerra
de Tapeacac, consideró Cortés esta población
punto muy conveniente para asegurar el camino de Villa-Rica, y como
además aquella provincia era fronteriza a otros señoríos,
le pareció indicado escoger otro sitio estratégico
para la defensa de los mismos. Llevado de tales propósitos,
mandó llamar los
Alcaldes y Regidores del Concejo que con el andaban, que eran los
principales Alonso de Avila, Alonso de Grado v Rodrígo Alvarez
Ch¡co," dice Torquemada, y les propuso fundar en el expresado
territorio una villa o pueblo en lugar adecuado a los fines que
todos debían perseguir. Pareció muy bien el pensamiento,
y sin demora comenzaron los preparativos para levantar la población,
que había de llamarse Segura de la Frontera, y con el tiempo
Segura de la Sierra, y a cuya fundación contribuyó
Alonso de Grado tan poderosamente, que algunos dan por hecho fue
el verdadero fundador*.
Al verificarse el temido
regreso a la ciudad de Méjico, acrecentó más
aún nuestro personaje su fama de inteligente y valeroso,
y durante el cerco, participó de las proezas de Cortés
y Alvarado en las acequias, en las calzadas y en las entradas de
la ciudad, volviendo a ser herido, lo que no le impidió continuar
peleando.
Ultimamente, cuando Cortés
dividió su ejército en dos cuerpos para tomar a Méjico
y dió el mando de uno de ellos al Capitán Alvarado,
junto a éste recogió Alonso nuevos lauros en las titánicás,
tremendas luchas que sostuvieron en las calles de la extensa población.
En una de las jornadas, nuestro hombre, con 200 indios y sólo
unos cuantos españoles, tomó una de las torres de
la ciudad, y en otro de aquellos días, acorralado, molido
junto a su caballo muerto, daga en mano, se defendió y mató
muchos indios enemigos, hasta que llegó un pelotón
de españoles en su socorro, librándole de ser prisionero.
Otras dos veces salvó su vida de milagro antes de ganar a
Méjico, cuyo cerco y posesión costó más
de 60 batallas e infinidad de combates*.
Con ser tales y tantos
sus merecimientos, no obtuvo ningún mando preeminente, por
el perpetuo recelo de Cortés hacia los que habían
sido partidarios de Velázquez. Sí es verdad, que supo
guardarle especiales deferencias y le aplaudió en ocasiones
muy solicito.
Tiempo andando, a los
cinco años poco más o menos de su entrada en Nueva
España, figura Alonso de Grado como Teniente de las Atarazanas
y Gobernador de Quatzaqualco.
Daose por seguro que
tomó parte en otras conquistas y que estaba en el Perú
al servicio de su patria cuando falleció, tributándose
al cadáver regios honores.
Tuvo, tiene y tendrá
seguramente detractores: no podían faltarle.
Un monumento, una estatua,
merece su gloria inmarchitable.
Pero su pueblo natal
no supo honrarse con él.
¡Hasta su nombre
olvidó!
FRAY PEDRO CAÑEDO.-
Maestro de la Orden de Santo Domingo, Prior en Oviedo en 1523. Firma
con el titulo de Prior como testigo del vínculo que fundaron
en Grado en 21 de Septiembre de aquel año Rodrigo de Trubia
y su mujer. Ximena, en los Anales eclesiásticos de la -en,
fol. 1.214, hace memoria de él.
PEDRO DE COALLA.-Se distinguió
siendo Alcaide o Gobernador de Almuñécar.
RODRIGO DE COALLA.-Del
Consejo Real en los días de Carlosa.
SANCHO FERNÁNDEZ
DE MIRANDA.- Sirvió al referido Emperador contra los franceses.
JUAN GONZÁLEz
DE GRADO.- Nacido en Pereda, noble de arraigo, presidió el
Ayuntamiento de Oviedo por los años de 1563 y 64, y su nombre
alcanzó resonancia en todo el Principado.
DOCTOR FERNANDO PÉREZ
DE GRADO. Primer Regente de la Real Audiencia de Canarias en 1566,
había sido Visitador de ella cuando aún no tema Regente,
y más tarde, en 1574, siendo Gobernador de esa provincia,
fue autor de una Información que envió de la isla
de Gran Canaria al Presidente del Consejo Real de las Indias, sobre
la navegación que hicieron algunos navíos de India
a aquellas islas, viniendo de regreso para los reinos de España*."
D. JUAN DÍAZ DE
MIRANDA, de Sama.- Escritor de fines del siglo XVI, redactó
los Estatutos para la Colegiata de Teverga, cuando era Chantre de
la misma, hacia 1580.
D. LORENZO, DE GRADO.-
Obispo del Río de la Plata y del Cuzco, en el Perú.
GIL GONZÁLEZ DÁVILA,
en el Teatro de aquellas Iglesias, dice que fue varón de
lágrimas y limosna.
Siglo XVII
D. LOPE DE MIRANDA.-
Heredó todos los mayorazgos y vinculaciones de la Casa de
su apellido, tan renombrada en la historia de Asturias.
Este señor, y
otro de la Casa de Quirós, promovieron en 20 de Febrero de
1605 demanda posesoria para que se les amparase en la posesión
civil en que se hallaban de ocupar, el Bernaldo de Quirós,
el primer lugar a la derecha en la junta del
Principado, y él,
por la Casa de Miranda, el primera de la izquierda. En contra contestaron
el Fiscal y la ciudad de Oviedo, oponiéndose a la sentencia
interina que alcanzaron los demandantes.
Es oportuno agregar que
en el famoso pleito de la capital de Asturias con las Casas expresadas
demostró la ciudad, para sus fines, que D. Lope de Miranda
no tenía participación en los Nobles Gremios de Grado,
mientras la tuvieron otros señores de la misma familia.
En sus jurisdicciones
de Grado pecó D. Lope de exigente con sus vasallos, según
se cuenta. Residía en la villa, diferenciándose en
esto de otros primogénitos de su antiguo solar.
D. FERNANDO DE VALDÉS.-
Fiscal de la Real Chancillería de Granada, Oidor de la de
Valladolid, Profesor de Derecho canónico en el Colegio de
Santa Cruz de esta ciudad, falleció siendo Abad de San Isidoro,
de León, en 1623.
Su ciencia, virtudes
y celo religioso, extraordinarios.
Su patria, Báscones.
D. PEDRO DÍAZ
DE CIENFUEGOS.- Fue Catedrático de Cánones en Valladolid,
Juez mayor de Vizcaya en 1617, Inquisidor de Mallorca en 1620, de
Barcelona en 1624, y de Toledo, donde murió, en 1642.
Había renunciado
a Obispados y se contentó con una canongía de Santiago
en 1632.
Celebróle Gil
González DáviIa entre los varones ilustres de su tiempo
en Toledo.
D. SANCHO DE MIRANDA
Y PONCE DE LEÓN.- Primer Marqués de Valdecarzana.
Acudió en socorro
de Fuenterrabía, sitiada por el ejército francés
al mando de Conde en 1638, uniéndose al Marqués de
la Mortara cuando iba con 3.000 hombres en auxilio de la plaza.
Llevó al célebre sitio cien hijosdalgo asturianos,
casi todos del Concejo de Grado, vestidos y sustentados a su costa.
Se logró la victoria después de varios azares.
Escribió y publicó
un Memorial de su genealogía y servicio de sus mayores, que
presentó al Monarca en solicitud de un título del
reino, siéndole otorgado el de Valdecarzana.
D. FERNANDO DE VILLAMARÍN.-En
1654, Doctoral de Lugo, de -donde salió a Fiscal de la Inquisición
de Granada.
FRAY ALONSO DE BÁSCONES.-
Franciscano, autor del Destíerro de ignorancias (Sevilla,
1659).
RODRIGO PÉREZ
DE SALCEDO.- Escribió los Avisos de la guerra de D. Pedro.
DIEGO FERNÁNDEZ
DE SALCEDO.- Sobrino, del anterior, puso interesantes adiciones
a la indicada obra escrita por su tío.
Alúdele muchas
veces D. Gregorio Menéndez Valdés en sus Avisos históricos.
D. PEDRO CONZÁLEZ
DE SALCEDO.-Buen Escritor y Abogado de los Reales Consejos, en Madrid,
tiempos de Felipe IV, ocupó altos puestos merecidamente.
DOÑA LEONOR PONCE
DE LEÓN.- De la Casa de Valdecarzana, Grande de España,
dama sumamente virtuosa y caritativa, estuvo casada con D. Martín
Menéndez Valdés, Adelantado de la Florida y castellano
del castillo de San Juan de Nieva.
Falleció en Grado
hacia 1662, siendo el duelo general.
D. JOSÉ ALVAREZ
DE LA RIVERA Y DÓRIGA.- De la llamada Casa de Báscones,
Caballero de Santiago, Paje del Rey D. Carlos II, Corregidor de
León y Segovia, Regidor perpetuo de Oviedo y Vízconde
de Casta-Osa.
Sostuvo un larguísimo
pleito con el Vizconde de Matarrosa, hijo de D. Fernando Queipo
de Llano y Valdés, Conde de Toreno, por la sucesión
al mayorazgo fundado por Fernán García de Dóriga.
En el archivo de los Marqueses de Ferrera, descendientes del Vizconde
de Casta-Osa, se conservan muchos documentos relativos a este pleito.
D. BARTOLOMÉ DAS
MARINAS COUDRES Y PARDO.- Directo descendiente del célebre
D. Diego Das Marinas, terror de los vaqueiros, figuró por los
años 1697. Ateniéndonos al Indice de Uhagón y
Vignau, era, como sus progenitores, señor de la Casa de Prianes,
Regidor perpetuo de Oviedo, Alférez mayor del Concejo de Sariego
y Alcalde mayor de... (no dice el Concejo).
Nació en Peñaflor.
Siglo XVIII
JUAN GONZÁLEZ
ESTRADA, de Santianes.- Eminente en el oficio de cerrajero y armero,
lo fue de Felipe V en 1703.
D. ANTONIO ALVAREZ DE
LA RIVERA.- Cura propio de San Miguel de Báscones y fundador
el año 1707 de la extensa "Cofradía de las Benditas
Animas del Purgatorio."
D. PLÁCIDO FLÓREZ,
de Bayo,Maestro en la Orden de San Benito y Predicador de Su Majestad
en 1709.
D. PEDRO ANALSO DE MiRANDA.-
De la Casa de Valdecarzana. Estudiante en Oviedo y colegial de Cuenca
en Salamanca, Abad de la Colegiata de Teverga y luego Obispo de
Teruel, gobernó su diócesis desde 1725 a 1731, año
en que falleció en esta ciudad.
Dejó escritas
curiosas noticias sobre blasón y familias asturianas, que
se han perdido, y tituló Familias de Asturias y otras cosas
del Principado.
Sus restos yacen en la
Colegiata de que fue Abad.
FRAY JOSÉ QUIRÓS.-
Maestro y Definidor general, cabeza de nación, en la Orden
de San Bernardo.
D. FERNANDO DE VALDÉs
TAMÓN.- Gobernador y Capitán General de Filipinas
en tiempo de Felipe V y Fernando VI.
Instituyó las
galeras ó armadilla, Guardacostas, y al frente del ejército
venció a los enemigos de Radiamura, y le coronó en
20 de Abril de 1734 por Sultán y Rey de Mindanao, vasallo
del Rey de España.
Escribió y publicó
la historia de los sucesos de dicho año y sus expediciones,
es muy curiosa.
D. MELCHOR DE VALDÉS
TAMÓN.- Benedictino, tres veces Abad de San Martín
de Madrid, Maestro general y Abad mitrado de San Juan de la Peña,
en jaca. Hizo a su costa y de su hermano D. Fernando, en 1735, el
arca de plata dorada en que se trasladó el cuerpo de San
Indalecio, Obispo y mártir, reinando Felipe V.
D. SANCHo FERNÁNDEZ
DE MIRANDA (ó Fernández de Grado).-Sucesor en los
vínculos y mayorazgos de los de su apellido y Casa, Alcalde
de la Santa Hermandad, Juez y Empadronador Noble de la villa de
Grado y Procurador general por el Estado Noble en 1755. Jefe de
una de las familias de los Ilustres Gremios, de energía probada
y claro talento, ejerció sobre los mismos decisiva influencia,
y atendiéndole tomaron resoluciones muy convenientes al prestigio
y respetabilidad de la Institución.
Trocó su antiguo
apellido Fernández de Grado por el de Fernández de
Miranda, al casarse con una Valdecarzana, como se dijo en nota,
apellido que continúan llevando sus sucesores.
Como todos los de su
familia, era natural y vecino de Grado.
FRAY AMBROSIO MARINAS.-
De la Orden de San Bernardo, Catedrático de Artes en la Universidad
de Salamanca y reputado orador sagrado en 1760. Tomó la cogulla
en el Monasterio de la Espina.
FRAY PEDRO DE CAÑEDO,
de la villa de Grado.- Minorita y Lector de Teología en la
provincia de Santiago. Escribió una Suma de casos de conciencia
ó Compendio de los Sacramentos (Santiago. 1770).
D. PEDRO LÓPEZ
CAÑEDO.-Intendente de ejército en Toro y Jaén,
honróle Carlos III reconociendo sus méritos.
Procedía de la
Casa del Diputado por Asturias en las Cor tes de Burgos, de su mismo
nombre, tiempos de Alfonso XI.
D. PEDRO FLÓREZ
CIENFUEGOS, de Santianes.- Colegial de San Pelayo, en Salamanca;
Gobernador de Guanajarco, en el Cuzco, en 1778.
Cuando el levantamiento
de Tupacamaro, pocos años después, gastó su
hacienda y salud en levantar y mantener tropas y defender sus tierras.
Carlos III le dió
el honor de Coronel de ejército.
DOCTOR JACINTO DÍAZ
MIRANDA, de Bayo.- Hijo de D. jacinto y Doña Lucrecia Arias
de Cañedo, señores de la Casa de Ballongo por los
años de 1757.
Estudió Leyes
y Cánones en Oviedo; obtuvo beca de colegial en el Mayor
de Bolonia, donde se graduó de Doctor. Fue Chantre Dignidad
de la Iglesia ovetense, Catedrático de lengua hebrea y griega
en nuestra Universidad y Académico de la Real de la Historia
en Madrid. Escribió Los doce libros del Emperador Marco AurelIo,
traducidos del griego con muchas y excelentes notas de este traductor,
que dedica su obra inmortal al Príncipe D. Carlos. Fue impresa
elegantemente en Madrid el año 1785, edición a dos
columnas, texto griego y castellano, 552 capítulos, imprenta
de Sancha.
D. Juan Sampere hace
el extracto de esta obra en su Ensayo de Biblioteca de los mejores
escritores del reinado de Carlos 111, v ha sido reimpresa por la
Biblioteca clásica, pues, a juicio del eminente polígrafo
Sr. Menéndez y Pelayo, es la versión más castiza
y al propio tiempo más fiel que existe en nuestro idioma
de la obra de aquel Emperador romano.
No sólo por su
mucha doctrina, sino también por sus bondades, era D. jacinto
persona de gran respetabilidad.
D. ALVARO DÍAz
MIRANDA.-- También de Bayo y de la misma familia de D. Jacinto,
como su apellido indica, fue Rector de la Universidad de Oviedo
y Canónigo de la Catedral.
Aficionado a la literatura,
mostró sus aptitudes en un certamen poético que en
honor de Santa Eulalia se celebró en dicha capital.
D. FRANCISCO FERNÁNDEZ
DE MIRANDA.- Juez noble y Ordinario de la villa de Grado y su Concejo,en
1783, más tarde Comisario Noble de la misma villa, celosísimo
de sus deberes, tuvo felices iniciativas, y es uno de aquellos dos
señores que llevaron la representación de los Gremios
cuando los últimos pleitos del síg1o xvm.
FRAY ANTONIO G. CIENFUEGOS.-
Dominico, sabio, erudito, de sobresalientes dotes oratorias, enseñó
en Roma, de donde vino como Predicador de número de Carlos
III.
Tolinas fue el lugar
de su naturaleza.
D. ANTONIO DE CAÑEDO
Y ARGÜELLES.- En el índice aludido de Uhagón
y Vignau figura como cruzado de Santiago en Pereda, año 1771,
y en una ejecutoria que se halla en nuestro archivo aparece como
hermano de D. Martín José Cañedo Argüelles
y Vélez, primer Conde de Agüera.
En 1791 era Capitán
de navío de la Real Armada, y posteriormente obtuvo el puesto
de Gobernador en el Perú.
Había nacido en
Agüera.
Siglo XIX
D. FERNANDO DE MIRANDA.-
Los lectores le conocen bien: patriota entusiasta, noble y rico
señor, á su costa armó una partida que acaudilló
valeroso, abatiendo en rudos encuentros las águilas francesas.
Fue el más célebre guerrillero del Concejo. Por sus
méritos y servicios se le otorgó el ingreso en el
ejército, y con él penetró en Francia, donde
desgraciadamente falleció.
Si bien Trubia, lugar
de su nacimiento, ya no pertenece al Concejo de Grado, de él
se consideró D. Fernando y en él tuvo sus más
caras aficiones, sus mejores amigos; en la villa quisiéronle
por vecino; fué popular. Cumple, pues, hacerle puesto entre
los hijos preclaros de nuestro distrito municipal.
D. IGNACIO FLÓREZ
ARANGO Y VALDÉS.- Maestrante de la Real de Ronda.
De muy claro talento,
confióle la junta General del Principado en 1802 la formación
de nuevas ordenanzas, que presentó terminadas en 1804, y
aprobadas que fueron por unanimidad, comisionóse a su autor
para que se imprimieran, no llegando a serlo porque les faltó
la sanción real a causa de las vicisitudes de los tiempos.
Digno siempre de alabanzas
D. Ignacio, en 1808, al iniciarse la guerra de la Independencia,
tuvo un momento de ofuscación cuando era representante de
Grado. Sugestionado por la Audiencia de Oviedo, quiso probar a la
junta el 13 de Mayo los males que podrían traer á
Asturias los inconsiderados acuerdos del 9, y aun a los mismos Diputados
por haberse excedido en sus facultades, y pidió a la Comunidad
que volviese sobre sus resoluciones.
Sólo un instante
duró la ofuscación, dijimos, y es lo cierto, pues
muy luego prestó señalados servicios á la causa
de Espafia, y comprometió por ella vida y fortuna, viendo
arrasadas sus tierras y pasto del fuego su mansión de Grado.
No concluído aún
aquel mes de Mayo y nombrado Presidente de la junta General, pronunció
un discurso de altos vuelos oratorios al tomar posesión,
tras del cual fue encargado por la patriótica Asamblea de
redactar una arenga que hiciese entender al pueblo debía
alejarse de tumultos y desórdenes, imponiéndose la
unión y homogeneidad como único medio de conseguir
la independencia.
Notabilísima alocución
que, firmada por Flórez Arango, se hizo pública el
1º de junio y le honrará eternamente, como á
la junta que acordó publicarla.
El 13 del mismo junio
se le designó con otros dos Diputados para que, de acuerdo
con la Audiencia, excogitasen los medios de afianzar la pública
tranquilidad, viendo de conseguir la restitución de Su Majestad
al Trono de sus mayores. Y apenas terminado su arduo trabajo, por
la noche, y asimismo por encargo de la junta, redactó D.
Ignacio, con el Procurador General D. Gregorio de Jove, una larga
exposición dirigida al Rey, representado por la Suprema de
Gobierno, reseñando lo acaecído en Asturias en aquellos
días críticos, la pureza que guiaba á sus representantes
su amor por el Soberano etc.
Al organizarse la provincia
militarmente, se le nombró Comandante General de la Alarma
del Principado, con el grado de Teniente General.
Después fue uno
de los Diputados a quien dio poderes é instrucciones la junta
Suprema para concurrir al Congreso que debía celebrarse en
la ciudad de Lugo.
En los propios días,
el Rey de la Gran Bretaña, deseando manifestar a la junta
del Principado cuán gratos le eran los esfuerzos y sacrificios
que venía haciendo para frustrar los planes de Napoleón,
regaló al Presidente de ella, Flórez Arango; al Procurador
General, Jove, y al Capitán General, una caja de oro y brillantes
a cada uno, con el retrato del donante en la tapa, valuadas en 1.500
duros.
En 1809 era D. Ignacio
uno de los nueve Diputados que componían la junta de Armamento
y Defensa.
Dejaremos de seguirle
paso a paso, pues basta con lo expuesto para hacerse cargo de su
personalidad; pero remitimos al lector al Informe presentado á
la Diputación por D. José María Unquera el
aflo 1816, y en el que se relatan los méritos contraídos
por D. Ignacio Flórez Arango. La Real Cámara pidió
sus antecedentes para consignarlos en la Gaceta de Madríd.
Más aún
que en Santianes, residía D. Ignacio en su casa de Grado,
y su rica y aristocrática familia perteneció un tiempo,
como se ha dicho, a los Ilustres Gremios y Linajes.
D. FRANCISCO ARIAS DE
VELASCO, de Sama.- Regidor perpetuo de la ciudad de Oviedo, Abogado
de fácil palabra y ducho en la discusión, de quien
repetidamente hemos hablado.
Representó en
la junta General el partido de Grado y en el de las Obispalías
a Quirós, y el año 1808 representaba á Oviedo
cuando en la junta del 13 de junio con destreza y maña se
esforzó en convencer a los Diputados de que era preciso allanarse
a las pretensiones de la Audiencia, acatar las órdenes del
Gobierno de Madrid y recoger las armas distribuídas al pueblo.
Habló de las colosales fuerzas de Napoleón y de la,
imposible resistencia, impugnándole, elocuentes, varios de
sus compañeros. Sin embargo, sólo pecó de prudente
u ofuscado, como Flórez Arango, no falto de amor patrio,
y así lo prueban sus posteriores honrosos actos, los cargos
que desempeñó y sus constantes sacrificios en aras
del interés común.
Suya es la Descripción
del Concejo de Grado, interesante para cuantos aman esta comarca,
falta de hombres que la hayan estudiado siquiera someramente, como
hizo D. Francisco. Al manuscrito acompañan dos mapas, más
bien diseños, del Concejo de Grado y su alfoz Candamo, trazados
por mano del mismo Sr. Velasco, y se encuentran con el manuscrito
en el Archivo de la Academia de la Historia, entre los papeles recopilados
por el sabio Martínez Marina.
D. JOSÉ DE JOVE
VALDÉS .- Caballerizo de Su Majestad y Coronel del Regimiento
de Grado.
Al dirigirse á
las Vascongadas la división asturiana en unión del
ejército de Galicia, mandaba Jove su Regimiento, muy ajeno
de pensar, al dar pruebas constantes de inteligencia y valor, lo
que luego le pasó.
En el regreso de la desastrosa
expedición, en que los soldados sufrieron fatigas, hambre,
sed y desnudez, sorprendióles el enemigo en San Vicente de
la Barquera, faltos de municiones y examines; la confusión
de nuestro ejército fue enorme: Jove, enfermo, con sus voluntarios,
ayudados por los de Siero, rechazó tres veces al francés
en su empeño de tomar el puente de Maza, y sólo después
de quemar el último cartucho y abandonados por los otros
Cuerpos, cedieron los de Grado y Siero, quedando dispersos, prisioneros
6 muertos.
Injustamente se culpó
de esta derrota a nuestro paisano, y le mandaron al castillo de
Arnado, presidio indecoroso para hombre de sus circunstancias y
categoría, hasta que demostrada su inculpabilidad, aclarados
los hechos, dispuso la Audiencia de Guerra se le reintegrase en
sú empleo y sueldo, apresurándose el General en jefe
á dar al fallo su conformidad.
Transcurridos muchos
años, hacia 1824, padeció Jove la persecución
del propio Fernando VII, por causas no muy honrosas para el Soberano.
Minucias a un lado, diremos que se trataba de la querida del Rey,
el cual quiso obligar a Jove a que se casara con ella, irritado
porque le sorprendió galanteándola, e influído
á la par por la hermosa cortesana. Negóse el caballerizo,
altivo y digno, al repugnante enlace, y se vio encerrado en el castillo
de Segorbe, con escándalo de cuantos estaban en el secreto.
El inaudito atropello
le causó impresión tan profunda, que enfermó,
y en el castillo dejó de existir el año 1827.
Nacido en el lugar de
Peñaflor, en La Campona, su residencia la tenía en
Grado.
FRAY ANTONIO FLÓREZ-
Otro benemérito religioso, Provincial franciscano en Filipinas
y Comisario general de Tierra Santa.
Cítanle varias
obras.
Era del Fresno.
D. LUIS ANTONiO ARANGO.-
Catedrático de Filosofía y de la junta Superior instalada
en Oviedo en 1811 para ejercer todas las atribuciones que correspondían
a las generales del Principado, queda su respetable nombre escrito
en el capítulo anterior.
D. SANCHO DÍAZ
MIRANDA.- De la Comisión especial de Cuentas, creada por
la Junta Suprema que nombraron los concejos en 1808.
Representó a Grado
en la junta General de 1815 y a Oviedo en 1818.
D. ALVARO FERNÁNDEZ
DE MIRANDA Y DE LLANO PONTE.- Comisario Noble de la villa de Grado
y Diputado en la junta General de 1802, fue reelegido diferentes
veces juez noble y Ordinario.
Mientras duró
la guerra de la Independencia contribuyó con sumas respetables
al sostenimiento de la causa nacional, y perseguido por los franceses
pudo salvarse en Las Regueras, permaneciendo oculto en su palacio
de Premió.
De ideas liberales, sin
militar en partido alguno, mantuvo estrecha amistad y correspondencia
con Flórez Estrada, Toreno, Argüelles el Divino, Espartero
y otros prohombres de su tiempo.
Falleció en Grado,
donde naciera, al mediar el siglo XIX.
D. SANCHO ARIAS DE VELASCO.-Doctor
y benemérito socio de la Económica de Amigos del País,
en ella presentó interesantes informes, como "Del fomento
del ganado vacuno, lanar y de cerda en Asturias" y "Sobre
el insecto, vulgo Pintón, que ataca el maíz"
(manuscritos).
D. JUAN ARIAS DE MIRANDA
Y FLÓREZ EsTRADA.-Magístrado de Burgos y Valladolid,
muy versado en Historia y Arqueología, autor de la "Memoria
histórica sobre la Cartuja de Miraflores de Burgos,"
dejó otra inédita sobre las Huelgas, con más
valiosos manuscritos.
D. GREGORIO DE JOVE Y
VALDÉS.- Vizconde de Campo-Grande, Maestrante de Granada,
señor del coto de Prianes, Coronel honorario de los Reales
ejércitos.
Mucho le debe el país;
contrajo innumerables méritos en la guerra y en la paz. ¡Cuántas
veces hubimos de mentarle! Ya sabemos que fue de los primeros que
en Asturias se levantó en armas contra Napoleón.
Guerreaba, y al propio
tiempo ejercía funciones civiles en la junta.
Escribió proclamas
patrióticas en prosa y verso. ¡Con qué bríos
ostentó el grado de Coronel al frente de las fuerzas que
la junta le encomendara! y con ser Vocal de la designada por La
Romana, libróse de la nota antipática que envolvia
a la generalidad de sus compañeros.
Concretarémonos
a dar las noticias más salientes de su vida; pero sólo
aquéllas que ignora el lector. ¿A qué incurrir
en repeticiones?
Retirados de la provincia
los franceses en junio de 1809, pusiéronla en el mayor peligro
las ambiciones de Voster, Ballesteros y Porlier, que pretendían
el supremo mando militar provocando cuestiones y escenas violentas
que escandalizaban el país. Angustiada la Junta, invitó
a los tres Generales a una reunión, y designó a D.
Gregorio para que, en nombre y representación de ella, viera
de arreglarlos en paz y buena armonía, de ser posible. Cumpliendo
Jove el encargo, avistóse con los tres caudillos que vehementes
e irritados, persistían en sus aspiraciones; pero calmados
ante los prudentes y juiciosos razonamientos de D. Gregorio, no
exento de energía, convinieron en allanarse a un medio que
decidió quién había de ser el General en jefe,
si era invadido nuevamente el Principado.
Y cuando volvió
a serlo y siguió Jove desarrollando sus sobresalientes cualidades
de hombre de guerra y patricio insigne, mimado de la junta, aplaudido
por Bárcena y Porlier y otros Generales que solicitaron sus
juícios, temido del enemigo y admirado de todos, hasta ser
llamado por Parker en sus escritos Ulises asturiano, nada hacía
sospechar, nadie podía creer que había de pagársele
muy en breve con desprecios y castigos.
No terminada la guerra
aún, en 1811, se vió, en efecto, preso en La Coruña
y en el duro trance de pedir socorros para él y su familia
al General Mahy, Capitán General de Galicia. ¿Por
qué motivos? En su protesta llama "preocupaciones vulgares"
a las causantes de su arresto, "atropello contra la razón
y las leyes," y expone lo horroroso de su situación,
premio de sus patrióticos esfuerzos. "No tengo que comer,
yo ni mi familia, ni de dónde sacarlo -dice-; arrasadas mis
tierras y quemadas mis casas por los franceses, que pusieron precio
a mi cabeza; el Principado me debe muchas cantidades aprontadas
por mí a las Comisiones; las dietas que me corresponden y
otros gastos que hice a mis expensas cuando el desempeño
de funciones importantes; he vendido hasta las joyas que en tiempos
Más felices adornaron las virtudes de mi esposa."
i Cuánta ingratitud!
Porque ni la más leve falta resultó contra Jove en
las sumarias, y hasta "en su bien merecida opinión el
Rey aprobó su conducta."
Eso y más revelan
los papeles del inestimable archivo del biografiado, tan de continuo
aludido en este libro y que en la actualidad pertenece a Doña
Teresa de Jove, nieta de D. Gregorio, como la correspondencia epistolar
que éste sostuvo con diversos Generales españoles
y franceses de aquel tiempo. Otros documentos de igual procedencia
y valía existen en La Campona; pero de éstos sacamos
escaso fruto para nuestro trabajo.
Era Jove Procurador general
del Principado en 1814 (y lo había sido antes), al escribir
su "Representación al Soberano," exponiendo gallardamente
los méritos y privilegios de Asturias, y suplicando a Fernando
VII dispusiera la reunión inmediata de la Junta General "para
dedicarse a arreglar los males sufridos en la desastrosa guerra."
Con este objeto y el
de sostener los privilegios de Asturias lo eligió la Junta
electoral de Diputados a Cortes, llenando tan bien su cometido,
que el Rey accedió a cuanto se pedía en la notable
"Representación," fechada en Grado a 27 de Agosto
de dicho año.
Heredó de su padre
el título de Vizconde en 1816, y lo renunció, desairando
al Monarca, en 1824, según nos informan sus deudos, por la
injustificada prisión de su hermano D. José, ya referida,
entonces detestó del absolutismo.
En 1835 representaba
en la junta el partido de las Obispaias, y siempre buen asturiano,
fué de los honorables, excelsos Diputados que con más
tenacidad se opusieron a la desaparición
de la antigua junta General,
restos de nuestros fueros; y cuando, perdida la esperanza, no pudo
más, protestó virilmente contra el despojo descarado
que se hacía a su país, víctima del engaño
ó de la apatía.
En 1840 era Director
del Instituto Asturiano de Gijón.
Liberal decidido, franco,
generoso, y como su historia proclama, dechado constante de valor
y patriotismo, motejáronle por su carácter duro, seco,
violento a veces; pero nunca faltó a la corrección
propia de un noble a la antigua usanza, y como tal vivía
en su casa de La Campona, en la que nació el 9 de Septiembre
de 1779, y acabó sus días el 7 de julio de 1857, siendo
enterrado en Peñaflor.
D. JOSÉ DE JOVE
BALVUENA.- Hijo de D. Gregorio, Coronel Teniente Coronel de Artillería.
Durante la primera guerra
civil asistió al sitio de Bilbao, y estaba en Portugalete
el mismo año 1835, cuando los carlistas bloquearon este pueblo
e intentaron asaltarlo.
Por las operaciones ejecutadas
sobre Peñacerrada, al ser tomada esta plaza, confiriósele
el empleo de Capitán.
En 1843 adquirió
el grado de primer Comandante por méritos contraídos
en un pronunciamiento por la causa nacional, y por el alzamiento
en Burgos, también nacional, de aquel año, el de Comandante
de Infantería.
Era Subdirector de la
Fábrica de Trubia en 1856; ascendió a Teniente Coronel
de Artillería en 1857, y falleció en el desempeño
de este cargo al siguiente año.
Ganó la cruz de
primera clase de la Orden militar de San Fernando por méritos
contraídos durante el referido sitio de Bilbao, y la cruz
de San Hermenegildo en 1851.
La prensa ocupóse
laudatoriamente de sus hechos.
D. FRANCISCO DE TAMES
HEVIA.- Nació el año 1795 en la villa de Grado, hizo
sus primeros estudios en Tineo y cursó en Oviedo la Facultad
de Leyes, obteniendo brillantes notas. Recibido de Doctor en jurisprudencia,
abrazó el Profesorado, ejerciéndole durante cinco
años en la Universidad de Oviedo. Convencido liberal, pero
de ideas templadas, militó en el partido moderado.
En 1823 demostró
su rectitud como juez de primera instancia en Cangas de Tineo.
Oficial de la Milicia
Nacional el propio año, al aproximarse los franceses, se
retiró a Galicia seguido de alguna tropa; regresó
al ver la fatal destrucción del sistema constitucional.
Sufrió, por negro,
mil vejaciones, destierros y confinamientos, hasta llegar las reformas
de 1834, que se le confirió merecidamente el cargo de Secretario
del Gobierno político de Oviedo, el de Alcalde del Crimen
de Cáceres poco después, y al año siguiente
el de Oidor de la Coruña.
En 1839 obtuvo la representación
en Cortes por la provincia de Oviedo.
El célebre pronunciamiento
de 1840, que derribó al partido moderado y trajo la Regencia
de Espartero, puso otra vez en mal trance a D. Francisco Tames:
vigilado por la autoridad fué confinado a Oviedo, y allí
vivió obscuramente hasta 1843, en que, derruído el
edificio que se alzara en 1840, volvió Tames á la
arena política.
Promovido en 1844 Regente
de la Audiencia de Albacete, pronto pasó con igual categoría
a la de La Coruña, abandonándola para ser Fiscal togado
del Tribunal Mayor de Cuentas.
Torna de nuevo al Congreso,
y al presentarse hostil al Gobierno en 1847, pierde la plaza del
Tribunal Mayor, que recuperó a los diez meses.
Más tarde se le
nombró Juez árbitro por el Gobierno en las reclamaciones
sobre varios contratos, y figuró como Presidente de la Real
Compañía de Comercio de la Habana.
También fue Consejero
de Instrucción pública y obtuvo otros varios cargos.
Ultimamente era protector,
por Su Majestad, de las Memorias pías del Patriarca Figueroa,
cuyas rentas supo aumentar, y distribuyó entre los parientes
del fundador con desusada imparcialidad.
En cuantos puestos ocupó
hizo patente su inteligencia, desinterés y probidad.
El cargo de Diputado
ostentólo en seis u ocho legislaturas por las provincias
de Oviedo y Pontevedra.
Afable en su trato, morigerado
en sus costumbres, con mediana fortuna, fruto de asiduo trabajo,
vióse rodeado del aprecio general.
Murió hacia el
año 1865.
D. JOSE ARIAS DE MIRANDA
Y FLOREZ ESTRADA.- Escritor elegante, castizo, erudito y razonador
profundo, conocidísimo en el mundo de las letras, a pesar
de su exagerada modestia, que le restó fama. Sus numerosos
escritos literarios, históricos, científicos y paleográficos,
que dio a luz en Madrid, Oviedo y Méjico, atestiguan ser
un eminente publicista, y su pluma una de las mejor cortadas entre
los modernos escritores españoles.
Mientras pudo, en sus
noventa y cinco años de vida, no dejó de trabajar,
aunque era lento en sus labores. Se conservan inéditos varios
de sus preciados manuscritos, alguno relacionado con las cosas regionales.
Comenzó a escribir la Historia de Asturias, obra magna que
nadie osó acometer todavía; pero le entró el
desanímo por ser muy cara de editar -nos decía-, y
yo no tengo merecimientos para pedir favores a la Diputación,
ni dinero tampoco." Instámosle a que escribiese sus
"Memorias asturianas" del primer tercio del siglo XIX,
a estilo o semejanza de Mesonero Romanos respecto a la villa y corte*.
Ninguno mejor que él pudo hacerlo: vivió en aquella
sociedad; conoció a Carlos IV, a Fernando VII y á
sus cortesanos de Asturias; fue testigo de muy interesantes sucesos,
y tenía privilegiada memoria, un arsenal de datos, correctísima
pluma... Se puso a trabajar; pero la muerte dispuso quedaran quizás
para siempre borradas sabrosas aventuras, curiosas narraciones,
deleitables anécdotas a que la Historia no puede descender.
En sus gallardos escritos,
reflejo de su claro talento, peca de arcaico, pero conscientemente;
aborrecía los galicismos, le exasperaban los neologísmos,
y dominando en absoluto la lengua española, le eran familiares
todos los vocablos de nuestro Diccionario.
Supo dar amenidad a las
más arduas y opuestas materias, sin olvidar los intereses
materiales de su país, y así vemos que propuso reformas
beneficiosas y expuso futuros problemas, cuya resolución
indicaba.
Mientras fue Archivero
de Indias, ocupóse con preferencia de los diversos ramos
de la Administración, y sus trabajos sobre las Subsistencias,
la Imprenta, Beneficencia y otros, pueden servir de gran enseñanza,
algunos de ellos principalmente, para la industria y el comercio.
Citaremos sus Consideraciones
económicas y políticas; Ojeada sobre el territorio
de Asturias y sus minas de carbón; Consideraciones históricas
sobre la minería española; El dialecto asturiano;
Carbones fósiles de Asturias; Breves reflexiones sobre el
comercio libre en España; Examen crítico-histórico
del influjo que tuvo en el comercio, industria y población
de España, su dominación en América; Noticias
del distrito de Oviedo á Salas y Miranda; Apuntes sobre la
reforma de Correos; Ojeada sobre las glorias históricas de
España; Creencias populares de Asturias; Idea general sobre
la Historia del Principado (impreso por la Comisión de Monumentos
de Oviedo); Noticias de la guerra de la Independencia en Asturias;
Carácter de la guerra de Africa, y la Reseña histórica
de la Beneficencia española, que la Academia de Ciencias
Morales y Políticas premió con un accésit.
Dio mucho que hablar
en 1863 un incidente surgido entre Don José Arias y M. Onin,
Cónsul francés en Gijón, por haber publicado
D. José en El Faro Asturiano un luminoso escrito aportando
datos desconocidos sobre la invasión francesa de 1808, que
se apresuró a rectificar M. Onin, herido en su patriotismo.
En la réplica arguyó de tal manera nuestro paisano,
que hubo el Cónsul de optar por el silencio.
Pero cuando más
se dió a conocer el Sr. Arias fue al refutar el discurso
de D. Aureliano Fernández-Guerra, leído por su autor
en la Sala de juntas de la Real Academia Española, el 18
de Febrero de 1868, sobre la ilegitimidad del antiquísimo
fuero de Avilés. La contestación de Arias de Miranda
al sabio Académico es de un mérito subidísimo;
se halla nutrida de citas y documentos irrebatibles; es una disertación
profunda, histórica, legal, que pulverizó los infundados
razonamientos de Guerra y Orbe y patentizó la autenticidad
del famoso fuero. Allí, en el solemne acto, demostró
el escritor gradense una vez más su galanura, su esplendidez
y corrección admirable en la frase, junto con un caudal inapreciable
de conocimientos literarios. La Academia le laureó, y la
soberbia medalla de oro, artísticamente cincelada, ganada
en lid tan honrosa, la enseñaba con satisfacción de
niño á sus buenos amigos. ¡Pobre Don José!
En su conversación,
siempre instructiva, solía rendir culto á la Historia,
y su palabra surgía fácil, dando á sus descripciones
un tono y colorido bellísimo, sin pecar de enfático.
Además de Archivero
fue juez en Cataluña, y era el Decano en el Congreso de Americanistas
reunido en Madrid hace años, poco antes de su muerte.
De puras costumbres,
vivió obscuramente, ajeno á la política, y
acaso esto contribuya a que su nombre no sea tan conocido como debiera
y como lo son otros que, valiendo menos, relumbran más.
Estuvo algún tiempo
en Méjico, viajó mucho; pero la mayor parte de su
muy larga vida la pasó en Grado, donde nació en 1795
y falleció en 1890, hallando sepultura en el cementerio de
La Mata por su expreso encargo.
¡Descanse en paz
el laureado escritor, honra legítima de su pueblo!
D. MANUEL ARMIÑÁN
Y GUTIÉRREZ.- Llegó merecidamente al generalato.
Tomó parte en
la primera guerra civil, y en 1848 estuvo en el famoso ataque de
la Plaza Mayor de Madrid.
Años después
fue a Cuba de Capitán, y vuelto a España, persiguió
con valentía al cabecilla Escodá, copándole
en San Cugat del Valles; en la acción de Lliers (1857) mostró
pericia reconocida, siendo por ambos hechos recompensado. Acompañó
á Prim a Méjico, y en la campaña de Santo Domingo,
cerca del río Jania, salió herido en la lucha, aunque
no de gravedad. En 1868, vuelto a Cuba en los comienzos de la rebelión,
peleó sin tre gua; en 1874, ya Coronel, atacó un fuerte
núcleo enemigo, acaudillado por Gómez y Vicente García,
alcanzando señalado triunfo, que le valió el ascenso
a Brigadier. Poco más tarde batió en Guasimas a Máximo
Gómez.
En el distrito de Morón
se distinguió por su celo, actividad y conocimientos estratégicos.
Mientras se hacía el ferrocarril, para la defensa del territorio,
desde la trocha de Morón a Júcaro, era constante el
fuego enemigo, con intento de impedir los trabajos;
pero continuaron sin interrupción merced á las dotes
y esfuerzo de Armifián.
En Caibarién,
las Villas, Sancti-Spiritus, Remedios, Cienfuegos, Santa Clara y
Sagua, combatió igualmente, regresando á la Península,
después de siete años de guerrear, en 1875.
Apenas llegó,
se le dio mando en el Norte contra los carlistas, hallándose
en los Altos de San Cristóbal y Miravalles, entre otras acciones.
Al terminar la guerra
civil vuelve a Cuba, nombrado Comandante general de los distritos
de Santa Clara y las Villas.
En 1887 ascendió
a Teniente General y se le confirió en la Península
la presidencia de una Sección en la Junta Suprema Consultiva
de Guerra. Luego se le dió el mando de Capitán General
de las Baleares; allí enfermó y hubo de trasladarse
a Barcelona, donde le vino la muerte en 1891.
Fue Diputado a Cortes
por la Habana y Senador por Puerto Príncipe. Ostentaba la
gran cruz roja del Mérito Militar, dos cruces de San Fernando
y otras honrosas veneras.
No la intriga, pues,
ni el favor, sino sus propios méritos, llevaron a Armiñán
a los altos puestos de la milicia que tan dignamente ocupó.
D. EULOGIO DíAZ
MIRANDA.- Constante en sus ideas, siempre afiliado al partido liberal,
fue Alcalde de Grado repetidas veces, Diputado provincial, a Cortes
ordinarias y constituyentes y Gobernador civil de Oviedo.
De muy buenos sentimientos,
modesto, de simpático trato, nunca se aprovechó para
determinados fines de su mayor ó menor influencia en el Concejo,
acusando el caballero de raza.
Dejó una manda
para edificar una casa-escuela y ampliar o mejorar el cementerio
de Sama, en el que fue enterrado, con sentimiento general, en 1894.
Había nacido en
Grado en 1820.
D. PABLO FERNÁNDEZ
DE MIRANDA Y DE LLANO PONTE.- Si dejáramos de ocuparnos de
este amante hijo de Grado, cual merece, por ser nuestro padre, faltaríamos
a la justicia y al deber de cronistas fieles; pero nada diremos
por cuenta propia: escribiríamos cohibidos. Nos concretaremos,
pues, a transcribir algo de lo dicho por la prensa periódica,
procurando tan sólo hilvanar los párrafos tomados
de los diversos diarios ó revistas*.
"Nació este
esclarecido astur en la villa de Grado el año 1821, y fue
de su país un servidor ilustre, uno de sus más entusiastas
hijos, que en todas ocasiones se desvivió por el progreso
de la provincia y por su cooperación valiosa a toda empresa
útil y beneficiosa.
Pertenecia el General
Fernández Ponte a encumbradas e históricas familias
del Principado, y enlazado así con las casas más notorias,
era también uno de los más acaudalados propietarios.
En Grado radica el mayorazgo que poseyó, de la noble casa
y solar de su apellido.
"Salió del
Colegio de Artilleria en 1844, fue nombrado Coronel en 1871 y en
Febrero de 1882 ascendió a Brigadier del Cuerpo- además
de los grados obtenidos por rigurosa antigüedad, mereció
que le otorgasen el de Comandante de Infantería por méritos
de guerra.
"Entre los varios
cargos que desempeñó en su larga carrera y cuya enumeración
técnica sería una reproducción de su brillante
hoja de servicios, deben citarse el de Director de la Fábrica
de armas de Oviedo, Director del Parque y Comandante del Arma de
la plaza de Bilbao y Comandante General Subinspector de Castilla
la Vieja.
"Muchas y muy honrosas
fueron las comisiones que desempeñó, con verdadero
acierto, en todo el curso de su carrera, entre otras, y en ocasiones
distintas, la de Gobernador militar de Oviedo, hallándose
la provincia invadida por los carlistas.
"Tenía la
cruz de Carlos III la sencilla de San Hermenegildo, la de segunda
clase del Mérito Militar, con otro distintivo por servicios
especiales; fue Comendador de Isabel la Católica y de Carlos
III, y poseía la placa de San Hermenegildo y de la gran cruz
de la misma Orden.
"Este brevísimo
resumen de la hoja de servicios del distinguido General de Artillería,
no es suficiente para que sea conocido el ciudadano, el entusiasta
de su tierra, el hombre de grandes y fecundas iniciativas,- a ese
hay que buscarle, Do en su earrera militar, donde procedió
como caballero pundonoroso, sino en su vida privada. Hace muchos
años sondeara la política, y la halló tan asquerosa
y distinta de lo que creía, que renegó de ella. Gastañaga
y Camposagrado quisieron atraerle a sus respectivas parcialidades
y no lo consiguieron, a pesar de la estrecha amistad particular
que a ellos le unía y siempre conservó.
"En Barcelona sucedió
cosa parecida poco antes de triunfar la revolución; ésta
le quería para sí: su posición, simpatías
generales, el hallarse muy relacionado en el país (su señora
era catalana), respetado, querido en el Ejército que guarnecía
la capital, hicieron comprender á elevados personajes que
si lograban atraerse á Ponte, lo demás sería
cosa fácil como escribió cierto Capitán General
al jefe encargado de hablar a dicho señor. La escena fué
violenta: le proponían para General y jefe político
de su país, con poderes amplios... rechazó indignado
los halagos, y hubo que dar satisfacciones al noble asturiano. i
Qué partido hubiese sacado de la política si hubiera
querido explotarla! ¡Cuánto más conocido sería
y seguramente cuanto más envidiado! ... Y fue lástima
grande Dará el país que no se afiliase a un partido:
hubiera podido realizar sus grandes ideales maneiando esa gran palanca;
sin ella, que es tan difícil, hizo mucho ¿qué
no hubiera con ella conseguido en un país donde la política
priva?
"Dió en cambio
eran importancia a las mejoras materiales v morales: fué
realmente un benemérito hijo de Asturias, a la que prestó
grandes y señalados servicios.
"Para la construcción
de la carretera de Oviedo á Grado trabajó con tal
empeño, que siendo Gobernador de la provincia el inolvidable
Uría, contestaba éste a los que en cierta ocasión
le preguntaban acerca de aquella obra: Debe de ir bien, porque D.
Pablo hace ya días que calla. Otra vez, interrumpidos los
trabajos de esa carretera, por no poder el Tesoro provincial anticipar
el pago de las indemnizaciones según reclamaban algunos propietarios
de terrenos expropiados, congregó en Grado el Sr. Fernández
Ponte numerosas personas para tratar del asunto, y no pareciendo
el dinero, dijo: Yo me encargo de pagar esas "expropiaciones";
y cumplió la oferta, con lo cual evitó que la provincia
tuviera que devolver tres millones al Tesoro público por
no ser empleados oportunamente en las obras á que estaban
destinados y un retraso de algunos años en la construcción
de la carretera, dadas las dificultades con que esta clase de asuntos
tropiezan siempre.
"Bien comprendió
esas disposiciones y esos buenos deseos el señor Uría,
cuando, nombrado Director general, decía al Sr. Fernández
de Miranda: Me propongo impulsar briosamente las obras públicas
de Asturias; ¿me secundará usted, trabajando con el
ahínco que suele hacerlo? Quedaron acordes en el modo y medios
que habían de emplear, y comenzó la provechosa campaña,
en la que Fernández de Miranda aplicó su actividad,
sus relaciones, su inteligencia, su crédito, y hasta su fortuna
en ocasiones. El, por entonces, escribía mucho en los periódicos
bajo el pseudónimo de El Moscón, y sin más
aspiraciones que el bien de su país, como siempre, se le
vio esgrimir su pluma y propagar las ideas más rectas, luchando
en pro de sus patrióticos ideales.
"En aquella época
agitábase el pensamiento del ferrocarril de Madrid a Oviedo,
y un ingeniero alemán, M. Eluim, Director de la Fábrica
de Quirós, publicó un folleto, en el cual demostraba,
ó lo pretendía, que era más fácil y
económico llevar la línea por el puerto Ventana que
por el de Pajares. Apresuradamente convocó en Grado el Sr.
Fernández Miranda a los representantes de los concejos de
Occidente para tratar de asunto tan vital para aquella comarca.
Convinieron los concurrentes en apoyar con decisión la idea;
pero debía hacerse un estudio de la línea, que había
de originar gastos, y no estaban autorizados para ellos. Pues bien,
exclamó entonces D. Pablo:' uno de los concejos' á
qué ha de corresponder mayor cantidad es el de Grado: Si
su Municipio no acuerda este gasto, yo me comprometo á pagarlo
y siguieron entonces iguales ofrecimientos de casi todos los convocados.
Al ver tal resultado, con razón dijo M. Eluim-: Con hombres
de la prodigiosa iniciativa del Sr. Ponte se alcanzan imposibles,
y Asturias sería una de las provincias más florecientes
de España.
"Fundó y
presidió nuestro biografiado La Liga ale contribuyentes de
Oviedo; promovió la Exposición asturiana, siendo de
su junta; fue de los antiguos miembros de la Sociedad Económica
de Amigos del País; inició y contribuyó mucho
al buen resultado de la suscripción provincial para los inutilizados
en la guerra de Africa, de cuya junta nombrósele Secretario,
y perteneció a diversas Comisiones provinciales.
"Cuando era Director
de la Fábrica de Armas de Oviedo, en el azaroso período
de 1873, comprometió varias veces su patrimonio, pidiendo
bajo su fianza a los banqueros de aquella capital cantidades que
ascendieron a más de 40.000 duros, para pagar a los obreros.
"Noes para olvidar
el gran servicio que prestó a la capital
de Asturias en 1874,
cuando el golpe de Estado del General Pavía. El entonces
Gobernador militar y los suyos resolvieron no acatar el Gobierno
constituído: contaban con los Voluntarios de Oviedo y llamaron
a los de- Gijón y Trubia para- formalizar la resistencia.
Nuestro paisano reunió seguidamente a los jefes y oficiales
residentes en Oviedo- y acordóse, por unanimidad, sostener
al nuevo Gobierno. La lucha amenazaba ser sangrienta, y el Sr. Fernández
Ponte, con exposición de su vida, sin temor al peligro serio
que arrostraba, se presentó en el Gobierno militar, se impuso,
merced a su energía y discreción, logrando evitar
una resistencia que hubiera llevado el luto y la amargura a muchas
familias. En esta arriesgada empresa le ayudaron eficazmente el
jefe de la Guardia Civil y el Ingeniero militar D. Jenaro Alas.
"Por aquellos días
se le propuso por conspicuos políticos que sublevase la guarnición
de Oviedo proclamando a Alfónso XII, y
se negó a ello resueltamente, a pesar de ser dinástico,
como se negara en Barcelona a coadyuvar a la revolución.
"Muy avanzadas las
obras del ferrocarril á Castilla y omitida la línea
de Trubia, gestionó activamente para subsanar la falta que
sentía como asturiano y artillero, con tanto acierto y fortuna,
que pocos meses después consiguió lo que se proponía.
En la reunión que precedió a esos trabajos, por él
convocada, y a la que asistió la prensa de Oviedo, se nombró.
una junta, asignándosele la Presidencia a D. Pablo; pero
la declinó, proponiendo en su luzgar al Marqués de
Gastañaga, y él quedó de Vicepresidente.
"De sus trabajos
literarios, aparte de lo mucho que escribió en la prensa
local, merece citarse el folleto titulado El dedo en la llaga, que
causó impresión por la valentía de los conceptos,
por lo agrio y severo 'de la censura y por los buenos deseos que
revelaba*.
"Hombres como el
Excmo. Sr. Fernández Ponte, de tan generosos sentimientos
y arraigadas convicciones, de carácter tan bondadoso y finísimo
trato, tan simpático, tan deferente y noble y de tan sanas
ideas, adquieren general cariño, respeto y estimación;
admirósele por su buena fe siempre demostrada, por su intachable
honradez y por la independencia de su carácter varonil y
entero. Para su epoca fué demasiado caballero; su modo de
ser y obrar eran de otros tiempos.
"Entusiasta de su
pueblo natal, que siempre procuró favorecer,
la Plaza Mayor de Grado, donde está la casa, en que nació,
lleva hoy su nombre por acuerdo plausible del Ayuntamiento.
"Falleció
en Valladolid en 1895, y su cadáver, transportado seguidamente
a Grado, reposa en el panteón propiedad de la familia.
"Su muerte necesariamente
tenía que ser sentidísima.
DOÑA JULITA FERNÁNDEZ
DE MIRANDA Y VIVES, Marquesa de la Vega de Anzo,- Unida también
por muy estrechos vínculos al autor de este libro y querida
por él hasta el delirio, si de ella hablara, podría
tachársele de apasionado y hasta de vanidoso, bien que el
lector sensible le disculpase; por eso acude á las últimas
noticias que de Julíta se han publicado, sin poner una tilde
en el relato.
Son éstas:
«No es dado, en
nuestra patria, aspirar la mujer a distinguirse en aquellas manifestaciones
de la vida social en que el hombre logra señalar su presencia
de un modo indeleble.
"En otro terreno,
dentro del hogar, como hija, esposa y madre, encontramos a la mujer
asturiana ejerciendo su soberano imperío como reina y señora
de la casa, y la que en ello cumple como buena y realiza su misión
á maravilla, harto merece en verdad el testimonio de admiración,
que no por ser su labor oculta y silenciosa es menos recomendable
por los elevados fines que persigue.
"Y si á tales
prendas y merecimientos logra reunir una ardiente caridad, una fe
firme y segura, un deseo constante de todo bienestar, y parte su
pan con el pobre, consuela al desvalido y derranla con mano pródiga
y generosa todos cuantos beneficios puede conseguir, y se preocupa
por el engrandecimiento de su pueblo, fácil será comprender
que la que así siente y practica tanta virtud, ha de contar
á su paso por el mundo con el respeto y la estimación
de todos, y después de su muerte, con el recuerdo cariñoso
que consagra el pueblo á la memoria de sus hijos predílectos.
"Tal ocurrió
en Grado con la ilustre dama que honró al usarlo el nobiliario
título de Marquesa de la Vega de Anzo.
"Nació á
orillas del Cubia, en heráldica y blasonada cuna, pues descendía
en línea recta de aquel rico prócer asturiano Luis
Fernández de Grado, suegro de Alonso de Quintanilla, Tesorero
y Contador de los Reyes Católicos, amigo y protector de Colón;
contó entre sus ascendientes grandes personajes que honraron
su nombre en la república de las letras, en el ejercicio
de las armas y en los anales de la Iglesia. Fueron antepasados suyos
el Ilmo. Señor D. Juan de Amat, Arzobispo de Palmira; los
Obispos Llano Ponte y Torres Amat, traductor este último
de la Biblia, Académico ilustre cuyo nombre figura como una
de las autoridades de la Lengua; D. Rodrigo de Miranda, Conde de
San Pedro*,
Presidente del Consejo de Castilla a principios del siglo xvii;
los Generales D. Nicolás de Llano Ponte y D. Pablo Fernández
de Miranda, de quien fue hija; el jurisconsulto D. Pedro Vives,
su abuelo materno, cuya estatua ocupa lugar preferente en el Palacio
de justicia de Barcelona, y otra porción de hombres ilustres,
caballeros santiaguistas y teólogos insignes, tan renombrados
por su saber como por su lealtad y nobleza.
"Unió su
suerte tan bondadosa señora, en matrimonio celebrado en Oviedo
, a la del señor Marqués de la Vega de Anzo, que siempre
miró como el mejor empleo de su fortuna el buen uso que en
favor de los pobres hacía su bella y distinguida consorte.
"Nofueron muchos
los años que duró este matrimonio, pues el cielo en
sus altos designios llamó a mejor vida a la joven Marquesa,
que sufrió con gran resignación cristiana su última
enfermedad, confortada con los auxilios de la Religión, animando
a todos los suyos con palabras de caridad y de amorosa esperanza.
A su entierro acudieron todos, pobres y ricos, grandes y pequeños,
dando público testimonio de su dolor; y el Ayuntamiento de
Grado, fiel intérprete en esta ocasión de los sentimientos
de sus asociados, acordó en sesión solemne dar el
nombre de la Marquesa de la Vega de Anzo a una de las calles principales
de la villa, como tributo rendido á su memoria.
"El nombre de la
Sra. Doña Julita Fernández de Miranda Vives de Llano
Ponte y de Amat, va asociado constantemente á todas las mejoras
y adelantos de su pueblo. En el interior de la iglesia parroquial,
a mano derecha según se entra, encuéntrase la capilla
de la Purísima, en la que se celebran las fiestas de las
Hijas de María, de quienes era Presidenta la Marquesa. El
valioso manto de la Virgen, todo bordado en finísima plata,
prueba de modo manifiesto la devoción de esta señora
y su espléndida magnificencia."
.................................................
......................... .
Habla luego el autor
de este escrito del retablo de dicha capilla e inscripción
del muro; del palacio de Santa Julita; panteón y grabados
del camposanto, de que hicimos mérito en el lugar correspondiente,
y concluye:
"No quiso el Marqués
de la Vega de Anzo que con la muerte de su joven esposa perdiesen
los pobres aquel amparo y favor que de tan ilustre dama recibían,
y bajo la advocación de Santa Julíta fundó
á- sus expensas varias becas en el Seminario de Oviedo, destinadas
a los pobres del Concejo de Grado.
"De esta suerte
vivirán sus bondades unidas para siempre a su nombre, y será
para el recuerdo de tan piadosa señora la gratitud de los
desvalidos, digno galardón a una vida consagrada por entero
al amor de los suyos y a la práctica constante de la caridad
(1)."
D. MANUEL PEDREGAL Y
CAÑEDO.-Decían unos cartelones puestos en diversos
sitios de Madrid cierto día del año 1873: ¿Quién
es Pedregal?, y los autores de tales letreros sabían perfectamente
que D. Manuel Pedregal era un excelente Abogado, escritor, economista,
y orador distinguido.
Cursó la carrera
de Leyes en la Universidad de Oviedo, hasta graduarse de Abogado
en ambos Derechos en 1856; empezó al poco tiempo a ejercer
la abogacía en la mencionada capital, y acreditó su
bufete, lo mismo que más tarde en Madrid, donde se dio muy
pronto a conocer. Sus informes en el foro eran tan claros y convincentes,
que sus numerosos defendidos preconizaban la reputación que
se granjeó.
Desempeñaba el
cargo de Gobernador civil de la Coruña hacia dicho año
de 1873, y lo dejó para representar en las Cortes Constituyentes
el distrito de Gijón. En los debates que siguieron tomó
parte muy activa, sentando fama de orador correcto y lógico,
sirviéndole de base para alcanzar la cartera de hacienda
en el breve Ministerio que Castelar presidió, ocupándola,
sin que desmintiera su fama de honrado, tanto, que se le discutió
en otro terreno y hasta se le negó capacidad para el desempeño
de su alto empleo en las circunstancias difíciles por que
pasaba la Nación; pero su probidad fué por todos reconocida,
como la de otros de sus compañeros, no obstante la prevención
con que al llegar al Poder fueron mirados aquellos hombres públicos
por la mayoría de los españoles. Tres guerras ensangrentaban
el suelo patrio: la carlista y cantonal en la Peninsula, y la separatista
en Cuba, Y. con todo, supo Pedregal sortear las dificultades que
se presentaban para cubrir las atenciones de Guerra, que importaron
500 millones, y atajó en cuanto era posible el desconcierto
de los Presupuestos.
Vuelto al bufete, el
Sr. Pedregal continuó cosechando honra y provecho, sin dejar
de trabajar en pro de sus ideas politicas.
Se le contaba entre los
ateneístas entusiastas y colaboró mucho en la prensa
madrileña, como lo había hecho años antes en
la de Asturias, donde fundó El Constituyente.
Dedícóse
a estudios financieros, que evidenciaron su aplicación y
buena voluntad, y en la Institución Libre de Enseñanza
y en el Circulo de la Unión Mercantil dió frecuentes
conferencias.
Diputado por la circunscripción
de Oviedo varias veces en una de ellas resultó elegido al
propio tiempo por Madrid y renunció el acta de Oviedo.
Obtuvo la Vicepresidencia
del Congreso de los Diputados.
En su excelente libro
La grandeza y decadencia de España parangonea los
siglos XVI y XIX, y abunda en doctrinas adecuadas, naturalmente,
á su modo de pensar. ¿Hay extravío en sus argumentos?
¿Existe error en sus conclusiones?... No queremos emitir
juicios; el libro tiene reconocido mérito y es cuanto aquí
debemos decir.
Sus principales trabajos
llevan por epígrafe: Estudio crítico del Código
civil español, Concepto de la democracia, Unión aduanera
de España y Portugal, Nociones de Hacienda pública,
La cuestión agraria en Irlanda, Instituciones de crédito,
Antiguos Ordenamientos del Principado, sin que dejen de ser recomendables
otros de sus muchos escritos, y, entre ellos, el titulado Primeros
pobladores de Asturias y su relación con los demás
pueblos y Un Concejo de Asturias en el siglo xv, a que nos hemos
referido en nuestras notas.
Ultimamente, reconocía
la jefatura de D. Manuel Pedregal una agrupación republicana.
En sus ardientes polémicas,
siempre cortés, no dejó de ser valiente, al discutir
jamás se descompuso, guardando consideración al adversario,
como cumple á todo hombre bien educado y culto.
En suma: adquirió
una envidiable posición política y social por su solo
esfuerzo y conocimientos, muy bien ganada.
El 15 de Abril de 1831
recibió las aguas bautismales en Grado, dejando de existir
inesperadamente en Madrid el 22 de Julio de 1896.
Un año después,
6 algo más tarde, se le erigió una estatua en el Parque
de la villa, como saben los lectores.
Algunos otros varones
distinguidos o notables nacieron en el Concejo de Grado o su capital,
de los que tenemos pocas noticias; mas no por eso deben sus nombres
quedar olvidados; llamaronse: MARTÍN FERNANDEZ DE GRADO,
GONZALO FERNANDEZ DE SALCEDO, ALONSO PÉREZ DE GRADO (escritor
sobresaliente), PEDRO VELLO DE SALCEDO, PEDRO GARCÍA, PÉREZ
DE RAÑECES, FLÓREZ MIRANDA (santiaguista), D. FRANCISCO
GURDIEL DE SALCEDO (Licenciado y Arcediano de Benavente), D. JUÁN
ALVAREZ DE GRADO (de Pereda, Doctor y Arcediano de Babia), LÓPEZ
DE QUIRÓS (escribió la comedia Sobre gustos no hay
disputa), D. JUDAS TADEO FERNÁNDEZ DE MIRANDA, D. JOSÉ
VALDÉS, D. LOPE MIRANDA DE GRADO, D. ALVARO G. CIENFUEGOS,
D. PEDRO NOLASCO DE TORRES y D. ALEJANDRO GÓMEZ.
Quedan sin mencionar
otros tres hombres esclarecidos, que en rigor debieron haberse incluído
en relación, pues si no han nacido en el Concejo, son sus
familias de muy antiguo abolengo moscón; por eso nos permitiremos
aquí dedicarles unas líneas. Son ellos:
Gonzalo Fernández
de Oviedo, primer Cronista y primer Intendente de Indias; publicó
varias obras que le ocuparon toda su vida, que no fue corta. En
uno de los trabajos, él mismo dice que sus padres y abuelos
eran de Báscones, Concejo de Grado.
D. Luis Armiñán
y Cañedo, Doctor, Abogado de fama, Notario apostólico,
Fiscal honorario de la Audiencia de Oviedo, Catedrático de
Cánones en su Universidad literaria, primer Maestro, Presidente
y fundador en dicho Centro de la Academia teóricopráctica
de Legislación; nació en Oviedo y procede de Restiello.
D. Evaristo Fernández
San Miguel, célebre Duque vitalicio de San Miguel; nacido
en Gijón, pero oriundo de San Pelayo, donde existe todavía
su casa solar, no de las más preclaras del Concejo, que escribió,
en unión de D. Fernando Miranda de Grado, Ayudante general
del Estado Mayor del Ejército de San Fernando y natural de
Trubia, una "Memoria sucinta de las operaciones del Ejército
nacional de San Fernando, desde el alzamiento en 1º, de Enero
de 1820 hasta el establecimiento total de la Constitución
política de la Monarquía."
Porque no es usual poner
en estas publicaciones nombres de vivos o contemporáneos,
renunciamos contrariados a escribir los merecimientos de D. Indalecio
Corugedo, D. Manuel, D. José y D. Javier G. Longoría,
del General D. Alvaro Suárez Valdés, D. Jovino Garcia
Tuñón, y podríamos decir también del
ex-Ministro D. Faustíno Rodríguez San Pedro, que nació
en Gijón, pero es oriundo de la villa de Grado.
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